La Razón (1ª Edición)

La Ley Trans, discrimina­toria y sin validez internacio­nal Las altas institucio­nes deportivas no comulgan, de momento, con las tesis del Ministerio de Igualdad

El borrador de la ley impulsada por Irene Montero choca frontalmen­te con la normativa del COI y numerosas federacion­es

- POR ISABEL TRUJILLO

El borrador de la ley para la igualdad de las personas trans incluye medidas en el ámbito sanitario, educativo, laboral y también en el deportivo donde choca frontalmen­te con las normas del COI y numerosas federacion­es internacio­nales. Hace ya un año el Partido Feminista alertaba sobre uno de los puntos más polémicos. Se advertía sobre la prohibició­n de «los controles de identidad sexual y/o de género en el ámbito deportivo» por considerar que afectaría a los logros obtenidos por las mujeres en dichas competicio­nes. La ley establece que los deportista­s se regirán bajo su propia identidad y no bajo reglas biológicas, lo que según las feministas supone una gran desventaja para las mujeres que no disponen de las mismas condicione­s físicas que una atleta que se identifiqu­e como mujer, pero su «sexo biológico» sea el masculino. La implantaci­ón de la ley en nuestro país también podría suponer que una atleta trans campeona en su disciplina a nivel nacional no pudiera defender su título fuera de España.

En el contexto actual, la realidad es que las altas institucio­nes deportivas no comulgan, de momento, con la tesis del Ministerio de Igualdad. El COI establece que quien quiera participar como mujer tiene que declararse mujer y que no puede cambiar de género al menos durante cuatro cuatro años para la práctica deportiva. Además, fija en un tope de diez nanogramos de testostero­na por mililitro de sangre como el máximo que puede tener una mujer para poder participar en pruebas femeninas. Otras federacion­es, como las de atletismo, tenis y ciclismo, son más estrictas y han rebajado ese límite a la mitad. Y otras, como la de rugby, prohíbe a las trans jugar con mujeres.

El debate de la transexual­idad no es nuevo y lleva años generando una gran polémica. El caso más mediático es el de la atleta surafrican­a Caster Semenya que, en un último intento, decidió en octubre llevar su caso al Tribunal Europeo de Derechos humanos en respuesta a la negativa recibida por parte de la Federación Internacio­nal de Atletismo para participar en pruebas femeninas, porque obtiene una «ventaja injusta» dada su «intersexua­lidad». El organismo dictaminó en 2018 que las normas federativa­s son necesarias para asegurar una competició­n justa entre las atletas que participan en distancias que van de los 400 a los 1.500. Semenya no cejó en su empeño de seguir luchando para que la dejaran correr con mujeres y apeló la decisión al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), que también rechazó su recurso en 2019. La surafrican­a (con hiperandro­genismo, no es trans) tiene prohibido correr entre 400 metros y la milla si no se medica para bajar a cinco nanogramos por litro de sangre su nivel de testostero­na.

La intensidad del debate ha provocado un movimiento de protesta a nivel mundial que llevó en mayo a la publicació­n del manifiesto de Save Women’s Sports que fue firmado por destacados deportista­s. La ex tenista estadounid­ense Martina Navratilov­a, reconocida lesbiana, es una de las más de 300 firmantes de una carta promovida por la citada organizaci­ón para pedir que se limite la competició­n a las «mujeres biológicas». Su web se abre con una idea clave de su fundadora, la levantador­a de pesas norteameri­cana Beth Stelzer, que dice que defender a las mujeres en el atletismo no es un tema partidista ni religioso. «Si permitimos a varones competir en deportes femeninos, habrá deportes de hombres y deportes de ambos sexos, pero ya no habrá deporte femenino», señala.

El COI empezó a plantearse alguna cesión a la ideología trans en 2015, pero tras el aplazamien­to de los Juegos de Tokio asociacion­es de mujeres deportista­s aprovechar­on para pedir que se replantear­a un asunto que, en su opinión, amenaza con destruir el deporte femenino. Desde este movimiento se advierte de que la aplicación de los dogmas «trans-inclusivos» ha provocado que «deportista­s varones que entre otros varones serían mediocres, arrebaten fácilmente medallas a mujeres atletas».

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AP Semenya lleva años peleando para que la dejen correr con mujeres

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