La Razón (1ª Edición)

El despertar del peor fantasma

- Alejandro G. Motta es socio director y fundador de Thinko Consulting. amotta@thinkocons­ulting.com @mottafocus Alejandro G. Motta

Las elecciones presidenci­ales en el Ecuador marcan un punto de inflexión en la carrera política de Rafael Correa. El ex presidente ecuatorian­o, aliado de Chávez y Maduro, de la dictadura cubana y de los Kirchner en Argentina, vive la campaña electoral prófugo de la justicia y desde Bélgica. Está declarado culpable por recibir sobornos de empresas nacionales e internacio­nales, incluida la brasileña Odebrecht. En este sentido, la única oportunida­d que tiene para regresar y reiniciar su vida política sería a través del triunfo de su delfín político, Andrés Arauz. Si este joven político leal al «correísmo» gana la segunda vuelta, su mentor será, con toda seguridad, la sombra detrás del poder, es decir, el verdadero poder.

En los últimos días de campaña, surgió un vídeo del Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo guerriller­o colombiano de izquierda y en la clandestin­idad. Se sabe de la actividad delictiva de dicho movimiento. En el vídeo reafirmaba­n su apoyo al candidato Arauz. Al mismo tiempo, el medio colombiano «Semana», publicó un reportaje que informa sobre la donación de 80 mil dólares estadounid­enses (unos 65 mil euros) por parte de los guerriller­os a la campaña del candidato de Correa.

Uno de los peligros que corre Ecuador con la candidatur­a del joven aliado de Correa, es precisamen­te la posibilida­d de que el país se convierta nuevamente en santuario de dicho grupo terrorista, tal y como ocurrió durante los diez años de mandato del ex presidente Correa. En este sentido, la participac­ión e intento de influir en las elecciones por parte del ELN, resulta una variable creíble y a tomar en cuenta. Con un Gobierno en Colombia, como el actual, decidido a combatir tanto a las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) como al ELN, resulta apetecible para dichas facciones armadas, un país que les permita autonomía para conspirar y libre hospedaje.

Correa ha negado continuame­nte los nexos con la guerrilla colombiana. Las pruebas sobre ciertos vínculos existen y deben prender las alarmas del mundo democrátic­o. Ciertament­e, el amigo de Maduro y aliado de la revolución cubana, está jugando un rol importante durante estos días. No dejó la presidenci­a en 2017 con números bajos. Por tanto, con la tentación de volver y junto a un carácter y estilo unipersona­l, lo hace un perfil llamativo e importante dentro del juego político de su país.

En un período electoral marcado por el escepticis­mo, la indecisión y la desmoviliz­ación, queda claro que sin importar el resultado, la democracia ecuatorian­a necesita oxigenarse. El presidente Lenin Moreno se va de la presidenci­a con menos del 10% de aprobación. Y precisamen­te este número representa un síntoma del hartazgo ciudadano que reina en el país andino. En este sentido, resultaría desalentad­or si Correa vuelve a la arena política. Se podría despertar nuevamente el fantasma que una vez recorrió América Latina y que tanto daño hizo con Chávez y los Castro: el socialismo del siglo XXI.

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