EL BUCLE MELANCÓLICO
LlevanLlevan semanas en el campamento humanitario que la Fundación Cruz Blanca, de los Hermanos Franciscanos, gestiona en Las Palmas de Gran Canaria. Alrededor de 400 personas que arribaron a las costas de las islas afortunadas bien en pateras o rescatados de unas muerte segura por Salvamento Marítimo. Su peregrinaje hasta la tierra que entendían de provisión ha entrado en una fase de tránsito interminable pues en su camino cierto se cruzó la pandemia y lo que es más definitivo la legislación. Ellos no entienden este confinamiento cuando pagaron mucho, demasiado dinero, por una singladura que debía asentarlos en la España continental. Allí debían ser fuente de ingresos para sus familias en Marruecos, muy necesitadas de dinero, según sus relatos convergentes. La estación termini no eran las Canarias. Su relato es el de la angustia espoleada por las urgencias y las demandas agobiadas por la necesidad. necesidad. Quieren y necesitan poner pie más allá del limbo en el que pasan días y noches sin un horizonte. En cualquier caso, y aunque alguno flaquea, no se plantean el regreso. La muerte antes que volver a Marruecos, convienen. El reino de Mohamed VI es de este mundo, pero no del suyo. Es tierra quemada para quienes lo dejaron todo por una expectativa, una esperanza. Hablan con la convicción de quien entiende que es su derecho asentarse donde deseen, pero no. Compraron un futuro que las mafias regalaron para oídos abrumados. Y es ahora cuando escuchan que su estancia en España es ilegal, que son migrantes irregulares y que el desenlace de su historia es un bucle melancólico sin principio ni final.