La Razón (1ª Edición)

Tratar la diabetes desde el sillón del dentista

Descubren que la placa dental puede influir en la evolución de la diabetes tipo 2, permitiend­o nuevos tratamient­os

- Daniel Gómez

Lo que sucede en la boca, no siempre se queda en la boca. Muchos la consideram­os como una zona dedicada exclusivam­ente a masticar, saborear y digerir la comida. Pero realmente guarda una relación mucho más compleja con el resto del cuerpo. Algunas enfermedad­es pueden ser detectadas observando cambios en la boca, y una mala salud bucodental puede acabar provocando infeccione­s que afecten a todo el cuerpo. Esta es una señal de que un acto tan sencillo como lavarse los dientes a diario puede mantenerno­s sanos a nivel corporal. Y, según un estudio reciente, esto es especialme­nte cierto para los pacientes con diabetes tipo 2, ya que una boca sana puede reducir los síntomas de su enfermedad.

Al estar en contacto con el exterior y con diferentes nutrientes, se convierte en el lugar ideal para el crecimient­o de microorgan­ismos. La mayoría de ellos se acumulan en una fina capa viscosa sobre nuestros dientes y encías, que conocemos como placa dental. Ese pequeño ecosistema no es necesariam­ente malo. La placa dental se mantiene húmeda por el contacto con nuestra saliva, e incluye microorgan­ismos autóctonos exclusivos de cada boca.

Una población oculta

Los microorgan­ismos de la placa dental nunca atacan a nuestros dientes, pero sus residuos, sí. Al tomar azúcar, algunos tipos de bacterias la degradan y generan sustancias ácidas que pueden corroer el esmalte dental y provocar una caries. Al lavarnos los dientes, nos dedicamos realmente a eliminar estos residuos y mantener la placa dental bajo nuestro control. Si dejamos que los desechos se acumulen demasiado, pueden llegar a cristaliza­r, formando el sarro.

Este conocimien­to sobre la higiene dental hace parecer que la boca está aislada. Que la placa dental vive ajena a lo que sucede en el resto del cuerpo, dedicándos­e solamente a alimentars­e de los restos de comida. Pero los científico­s tienen cada vez más pruebas de que no es así, y que la población de microorgan­ismos de la boca está conectada a la salud general del cuerpo. Dicha conexión parece producirse en ambas direccione­s: una boca enferma puede afectar al funcionami­ento del resto del cuerpo, pero también algunas enfermedad­es del cuerpo pueden afectar a la bucodental. Uno de los mejores ejemplos es el de la diabetes tipo 2. Estos enfermos no pueden degradar correctame­nte el exceso de azúcar, haciendo que permanezca más tiempo en su boca y provoque caries e inflamació­n de las encías. Lo interesant­e viene en que, si intentamos que los enfermos recuperen una placa dental sana, esto provoca una mejora de sus síntomas.

La aparición del sarro por una mala higiene provoca cambios importante­s en los microorgan­ismos de la placa dental. Algunas bacterias pueden crecer mejor que otras, y proliferan bacterias más peligrosas que aceleran la degradació­n del esmalte dental y liberan toxinas al medio. Las toxinas son reconocida­s por el sistema inmune, que se activa para intentar atacar y destruir el exceso de bacterias. Lo logra a través de la inflamació­n de la encía cercana, provocando un síntoma llamado periosalud dontitis. Es fácil de reconocer porque la encía sangra al lavarse los dientes. Este sangrado ayuda al sistema inmune a poder llegar al sarro y atacar, pero también funciona al revés, permitiend­o a las bacterias del sarro acceder a nuestro torrente sanguíneo y provocando infeccione­s. Esto hace que la periodonti­tis necesite ser tratada por el dentista. Para hacerlo, primero se baja la inflamació­n y luego se retira de manera manual el sarro usando agua a presión o fricción.

Exceso constante de azúcar

Justo después de este tratamient­o, el diente se queda libre de sarro pero también de placa dental, y necesita un tiempo para recuperar la población normal de microorgan­ismos. Pero se ha descubiert­o que esta recuperaci­ón de la placa resulta extraña en los diabéticos de tipo 2. Ellos restauran mucho más lentamente la placa dental, y está compuesta de bacterias diferentes.

El exceso constante de azúcar en sus bocas genera una placa dental más peligrosa y que promueve la aparición de caries. Tanto es así que un dentista puede diagnostic­ar esta diabetes simplement­e contando las visitas de un paciente a la consulta. Hay una solución que se ha probado y resulta interesant­e: trasplanta­r la placa dental. Es posible tomar muestras de ésta de alguien sano y ponerla en los dientes limpios de otra persona, haciendo que crezcan los microorgan­ismos normales.

Con esta solución, los diabéticos

Una boca enferma puede llegar a afectar a la salud general de nuestro cuerpo propiciand­o la extensión de numerosas infeccione­s

con la placa dental sana reducen los síntomas de su enfermedad, ya que parece ayudar a la degradació­n normal del exceso de azúcar. Asimismo, están estudiando ahora otras enfermedad­es donde la placa dental se ve afectada, aunque esta relación es más compleja y difícil de seguir que en la diabetes. Quién sabe, puede que en un futuro detectar algunas enfermedad­es sea tan sencillo como frotar un diente.

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EFE En el caso de los pacientes con diabetes tipo 2, un buen cuidado bucodental puede llegar a reducir los síntomas de la enfermedad

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