La Razón (1ª Edición)

Zidane encuentra soluciones

El Real Madrid fue superior al Getafe, probó con una defensa de tres, jugaron tres canteranos y descubrió un nuevo Marcelo

- José Aguado -

Vini puso, desde la derecha, el centro del primer gol y acabó el partido de carrilero. Y cumpliendo

Mendy sonreía con algo de incredulid­ad después de tirarse al suelo y marcar el segundo tanto del partido. Una sonrisa. No se ven muchas en el Real Madrid últimament­e, con tantas batallas por resolver. Entre los resultados que había obtenido, las renovacion­es estancadas y la plaga de lesiones, necesitaba el conjunto blanco encontrar un momento, un respiro para sonreír un rato por las cosas bien hechas. Y lo logró contra el Getafe: no fue brillante ni, por ahora, se le pedía eso, pero sí ganó con cierta sencillez, dominó el partido y encontró algunas soluciones que le pueden ser útiles para el futuro inmediato: los jugadores de la cantera, una defensa de tres y un centrocamp­ista que toca la pelota como muy pocos jugadores de fútbol: Marcelo, ¿les suena?

Logró el equipo de Zidane superar lo que pretendía el Getafe: que la noche fría y después lluviosa fuese, además, soporífera. Fue una jugada al final de la primera parte la que define el encuentro que quería el conjunto azulón: un jugador se iba al suelo para detener a otro; éste caía y la pelota salía disparada hacia otro jugador, que se iba al suelo por la entrada de otro contrario y la pelota salía y...sólo se oía el ruido de los choques, sin que saliese nada productivo, al menos para el Real Madrid, porque para el Getafe el no ser productivo era ser productivo. Ha cambiado el grupo de Bordalás, que veía el partido lejos del banquillo, pero ese cambio no es para bien. No inquietó nada al Real Madrid y eso que se ha demostrado que a este equipo se le puede hacer daño.

Lo único que se oía a sus jugadores era: «juntos» y «fuera», lo que significab­a un pelotazo. Primero, pelotazo y después ya se pregunta. Bien atrás, ordenadito y poco más. Fue tristón. Antes se le acusaba de jugar al límite del reglamento, buscando siempre la línea roja y pasándola si no se le veía. Ahora es igual de «pesado», porque se echa atrás para los rivales, pero no muerde. Es extrañamen­te inofensivo.

El Madrid vivió con tranquilid­ad y eso que Zidane experiment­aba. Como, por ausencia de jugadores, no puede inventar mucho en el once (y aún así apostó por Marvin en vez de un todavía no recuperado Isco), el entrenador decidió sorprender en el dibujo. Tres centrales, cuatro hombres en el centro del campo y los tres de arriba. Un nuevo plan para unos nuevos tiempos. Lo más sorprenden­te de todo fue la posición de Marcelo. Se convirtió en un centrocamp­ista más, porque con Mendy por detrás, tiene menos recorrido y así hace menos kilómetros. El brasileño tuvo más presencia en el juego, dejó incluso algún esprint para sacar un balón en defensa y se le vio con menos angustia que otras veces. Así, en la segunda parte, llegó hasta la línea de fondo para poner el gol a Mendy.

A falta de centrocamp­istas, Zidane puede haber acertado con esta tecla. A Marcelo aún le falta, pero al contrario que lo que ocurre con casi todos futbolista­s, que cuanto más edad, juegan más atrás porque son peores; Marcelo podría, ahora que su ocaso ya está aquí, jugar más adelantado. Misterios de un futbolista que fue excepciona­l.

También Vinicius demostró que es más futbolista de lo que se dice: acabó jugando de carrilero derecho cuando Zidane quitó a Marvin, un chico veloz, de buenas maneras, pero algo tímido en un día tan importante. Vini no desentonó como lateral largo en la banda derecha: incluso puso el balón del primer gol a Benzema en un centro al área. Nunca lo hace cuando está en el otro lado.

El tanto del francés llegó en la segunda mitad. Era lo más lógico, porque todo el dominio fue del equipo de Zidane. Es verdad que le sucedió lo de siempre, al menos antes del descanso: que tuvo más el balón que ideas, pero mucho más. Lo intentaba por las bandas, aunque daba la impresión de que faltaba convicción. Sin embargo, no se dejó llevar por la impacienci­a, pues durante todos los minutos supo que la victoria estaba en su mano.

Acabaron jugando Isco, para darle minutos, pero también Arribas y Chust. El partido tenía trampa, por el día que hacía, por las múltiples bajas del Madrid y porque, para qué vamos a engañarnos, casi todos los partidos del Real Madrid esta temporada tienen trampa, es decir, son impredecib­les. Pero lo resolvió con una tranquilid­ad inesperada y buenas noticias. Es en esos días que tan grises se presentan cuando más valoras los rayos del sol.

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