Reyes de Copa del siglo XXI
La primera semifinal copera comienza esta noche en el Sánchezpizjuán –la resolución será dentro de tres semanas en el Camp Nou– con Sevilla y Barcelona en liza, esto es, los dos equipos que han marcado el torneo en lo que va de siglo XXI. El Barça, rey histórico de la competición y dominador ultrajante durante la hégira de Messi, a quien contemplan seis títulos en nueve finales, disputa su decimocuarta semifinal en veintiuna ediciones. Los andaluces han estado nueve meses en la penúltima ronda desde el cambio de milenio, con dos títulos y otros dos subcampeonatos tras caer en las finales de 2016 y 2018... contra el Barça. Se viene, o sea, un clásico del torneo en toda regla y los antecedentes favorecen a los catalanes: en quince duelos coperos, doce veces salieron airosos los azulgranas.
Por seguir con los tópicos, conviene consignar también que Leo Messi es la genuina encarnación de la «bestia negra» para el Sevilla, el equipo al que más goles ha marcado en su carrera el astro argentino: 37 en 40 enfrentamientos, una saña que se refleja en otro dato demoledor, las veintidós veces que el Barcelona ha ganado en sus treinta últimos partidos contra los sevillistas, cuya última victorias, justo en el precedente copero más reciente, fue por demás inútil: 2-0 ganaron la ida de los cuartos de final los pupilos de Pablo Machín, eliminados en la vuelta tras encajar un humillante 6-1.
La importancia que le da Ronald Koeman a la Copa –campeón del torneo en 1990 como futbolista y en 2008 como entrenador del Valencia– se cifra en el detalle nada baladí de la suplencia de
Messi durante una hora en el partido del domingo en el campo del Betis, donde una derrota del Barcelona habría anulado las ya escasas opciones blaugranas al título de Liga. Sabe el técnico neerlandés que el camino más corto para tocar plata, tras una temporada en blanco, es esta competición y por eso apuró sus opciones en las prórrogas de Cornellá y Granada o la remontada de Vallecas. Semejante dispendio de energía perdería todo su sentido si no jugase el Barça esta semifinal a tope de motivación, a pesar de que su terrorífico parte de lesiones se amplió ayer con tres nuevas bajas.
Tampoco anda sobrado de elementos Julen Lopetegui, que ayer lamentó la cadencia infernal de un curso que comenzó «con cinco días de vacaciones» –en realidad, fueron diez– debido a la fase final de la Liga Europa. «Llevamos jugando cada tres días desde el 24 de septiembre y eso tiene un coste». Acuña y Óscar siguen convaleciendo de sus dolencias musculares respectivas, Ocampos estará cuatro o cinco semanas ausente a resultas del atentado de Djené y Jesús Navas prolongará una ausencia que dura ya diez días debido a una lesión de cadera que le impide entrenarse con normalidad; o que le impide sencillamente entrenarse. Resulta que el Duende de Los Palacios es un humano y no un extraterrestre, como en ocasiones ha parecido.
En el Sevilla, pese a las estadísticas tan rotundas en contra y las ausencias de peso, cunde la certeza de que este Barcelona es un poco más asequible que de costumbre. En el duelo liguero de la primera vuelta, Koeman pudo agradecerle el 1-1 que arañó en el Camp Nou a toda la corte celestial. «Ahora o nunca», se susurra por las esquinas del Pizjuán...