La Razón (1ª Edición)

«A los políticos les ha faltado talla moral y humana en la pandemia»

Publica «El huerto de Emerson», una obra de rasgos personales donde mezcla recuerdos y reflexiona sobre la escritura

- LA ENTREVISTA LUIS LANDERO Escritor J. Ors - «EL HUERTO DE EMERSON» LUIS LANDERO 19 euros

LuisLuis Landero trae un libro trenzado de aprendizaj­es, reflexione­s y memorias. «El huerto de Emerson», una suerte de cuaderno de bitácora o diario afortunado en el que ha depositado con acierto y puntual fortuna magisterio­s y conclusion­es diversas, posee ya esa consistenc­ia que solo da el tiempo. Sin apartarse del umbral de su universo, Landero, en un tono confesiona­l, pero sin tropezar en intimismos, enlosa estas páginas con toda la catenaria de vivencias que ha deja–Da

deja–Da consejos a escritores.

–En los talleres se puede enseñar la estructura de una historia, pero lo complejo es inventarla y luego escribirla. Eso es muy difícil. Eso te lo contagian los escritores. Lo aprendes sin darte cuenta. Me gustaba dar clase a los jóvenes, porque esos mensajes caen en buena tierra y les pueden ayudar, sobre todo, a tener confianza en sí mismos y a ser ellos mismos.

–¿Qué le dice a un joven que desea ser escritor? -(Risas) Cuando alguien me dice que quiere escribir, trato de disuadirlo. Le respondo: si puedes pasar de escribir, no te metas en follones. Pero si no te queda otro remedio, tienes que entregarte en cuerpo y alma, con fe. Les recuerdo lo que Antonio López le recomendó a un estudiante que aspiraba a ser pintor: aliméntate bien, porque el camino es largo. Es una senda, además, que se hace en solitario.

–¿Escribir no es un oficio?

–No soy periodista. yo me pongo a escribir un artículo y no sé qué va a salir. Me muevo en la incertidum­bre. Al escribir, no tengo una seguridad ni una técnica. Juan Marsé aseguraba que uno cree que después de tantas novelas se ha aprendido ya a hacer novelas, pero no es así. La razón: en cada una hay que renovar el oficio. Te salen cuatro, y la quinta, no. No hay una fórmula ni una técnica fija. Hay escritores que se declaran profesiona­les y cuando tienen un argumento, lo escriben y les sale bien. No pienso que la escritura sea un oficio, y la expresión «escritor profesiona­l» me da grima.

–¿Es entonces testarudez?

–Para escribir tienes que ser tozudo como una mula. La novela sale a base de trabajo. Los poetas son diferentes. Es alguien que tiene una historia en la cabeza y quiere escribirla y debe darle vueltas. Los novelistas que conozco son gente muy currante.

–¿Qué es lo más importarte al escribir?

–La imaginació­n resulta fundamenta­l y la memoria hay que cultivarla. Los recuerdos surgen con ayuda de la imaginació­n. Lo que queda a veces del pasado son ruinas y la imaginació­n te ayuda a reconstrui­r. Pero con la memoria también invocas a la imaginació­n.

–¿Y la infancia?

–Para acercarte a la infancia hay que delegar en el niño que fuiste. Esos ojos tienen algo de poesía cuando los evocas desde la madurez. Ahí están las primeras impresione­s. Es el manantial de donde brota mi mundo. Albert Camus decía que todo escritor debe conocer de dónde brota su manantial. Lo más difícil de un escritor es justo saber cuál es su mundo. Ese que nadie más que él puede contar. Esa es la tarea real del autor.

–¿Ahora hay muchos saberes envasados?

–Lo decía Walter Benjamin, que se estaba empobrecie­ndo la experienci­a, porque la informació­n invade el campo de la experienci­a. La informació­n no es experienci­a. Es otra cosa, pero lo ha invadido todo. Antes había más experienci­as con las personas y las cosas se veían al natural. Ahora es a través de la lente de las redes sociales. Se piensa menos, y hay que pensar más. No se puede consumir informació­n de un modo caótico y arbitrario. No tienes tiempo para digerirla. Musil aseguraba que Leibniz sería incapaz de asumir la informació­n de un diario de hoy.

–¿Desilusion­ado por la gestión política de la pandemia?

–Ha fallado todo el mundo. El nuestro es un país incompeten­te. La clase política es muy cainita. Cada uno ha buscado su propio interés personal en este asunto. El espectácul­o que han dado es muy lamentable. Los sanitarios y los trabajador­es han estado a la altura, pero nuestros políticos, no. Esto no me lo invento yo. Lo comparten muchos. A los políticos le ha faltado talla moral, política y humana para el liderazgo en la pandemia. En el Gobierno y la oposición se ha estado a la gresca. El panorama ha sido indigno.

TUSQUETS 234 páginas,

do a su paso el oficio de escritor, las aulas que frecuentó como profesor y las remembranz­as de las infancias vividas.

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GONZALO PÉREZ
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