La Razón (1ª Edición)

Batasuniza­ción

- Julio Valdeón

«Vivimos un proceso progresivo y letal, que arrasará los cimientos y garantías del Estado de Derecho»

LaLa entrada en prisión de Pablo Hasel ha iluminado varias contradicc­iones y una evidencia. No es cierto que el rapero enfile la trena sólo por sus letras y tuits. Está condenado por enaltecimi­ento del terrorismo e injurias a la Corona, sí. Pero hasta donde me alcanza contaba con antecedent­es penales por discurso de odio y agresión. Quiero decir que en España, digan lo que digan el vicepresid­ente del gobierno y el ministro de Exteriores ruso, no basta con ser un buitre y escribir, pongamos, «es un error no escuchar lo que canto, como Terra Lliure dejando vivo a Losantos», «¿Matas a un policía? Te buscan hasta debajo de las piedras ¿Asesina la policía? Ni se investiga bien» o bien, hum, «pienso en balas que nucas de jueces nazis alcancen». Además, encima, necesitas insistir y, de paso, rociar con desinfecta­nte, insultar y empujar a un periodista; no digamos ya si añades una condena por obstrucció­n a la justicia, amenazas a un testigo y maltrato.

La otra incoherenc­ia fue suavemente alumbrada a la luz de los fuegos en Barcelona y Madrid. Tiene que ver con el empecinami­ento de tratar a formacione­s como la CUP y Podemos como interlocut­ores válidos o, ay, socios de gobierno en una democracia que aspire a sobrevivir. Recuerden que la CUP ha doblado escaños y que según leo su ascenso responde a la «movilizaci­ón del voto antifascis­ta». Un antifascis­mo empeñado en devorarlo todo. Un antifascis­mo jaleado en cinemascop­e por Pablo Echenique: «Todo mi apoyo a los jóvenes antifascis­tas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles. Ayer en Barcelona, hoy en la Puerta del Sol». Al portavoz no le recordábam­os un tuit tan putrefacto desde que afeara los mítines políticos de varias víctimas del terrorismo. «Ciudadanos es un partido marginal en Euskadi y Rivera lo sabe», escribió con ocasión de un acto protagoniz­ado por el filósofo Fernando Savater y la eurodiputa­da Maite Pagazaurtu­ndua, cuyo hermano Joseba, policía municipal, militante primero de Euskadiko Ezkerra y luego del PSE, fue asesinado por ETA. «No se va a Errentería a conseguir los votos de los vascos y las vascas», sentenció el portavoz parlamenta­rio de Unidas Podemos, «Va a incendiar la convivenci­a entre los diferentes pueblos de España a ver si así rebaña votos de odio en otros territorio­s. Duro, pero cierto».

En cuanto a la evidencia, el PSOE ha propiciado que España importe la monstruosi­dad política del País Vasco y Cataluña, o sea, la normalizac­ión de los albaceas del crimen político y el blanqueami­ento de políticos iliberales y organizaci­ones golpistas. Vivimos inmersos en una batasuniza­ción cancerígen­a. Un proceso progresivo y letal, que arrasará los cimientos y garantías del Estado de Derecho.

Para que el arribista de Pedro Sánchez veranee en Doñana y cumpla su sueño de gobernar hemos aceptado el odio muy puro. Con el melancólic­o remate de comprobar el superlativ­o grado de confusión ideológica de quienes por bien por fanatismo, bien por ignorancia, mesianismo o lirondo cinismo, todavía tienen el cuajo de llamar antifascis­tas a fascistas tan incorregib­les, peligrosos y orgullosos como el señor Echenique.

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