La Razón (1ª Edición)

Informe CIS: ¿Cómo son posibles estos bandazos?

- Susana Campo

Da igual que una pandemia acabe con la vida de decenas de miles de personas por una gestión tarde y cuestionad­a. No importa que la deuda pública se dispare y cada vez más españoles tengan que acudir a «las colas del hambre». No influyen los malos resultados electorale­s en dos comunidade­s importante­s como Galicia o País Vasco. Mes tras mes, los socialista­s, con Pedro Sánchez a la cabeza, obtienen una estimación del voto superior al 30% desde el mes de junio, un porcentaje superior al 28,2% con el que ganó las elecciones el 10 de noviembre de 2019.

La sospecha de intenciona­lidad política del CIS se alarga con cada nuevo Barómetro que publica la entidad pública. En el de ayer, por ejemplo, el socialista Jo séFélix Tezanos, que tomó las riendas del Centrode investigac­iones s oció logic as en junio de 2018, usó la encuesta para continuar con la estrategia de Moncloa y colocar a Vox a solo cinco puntos del PP a nivel nacional. Los expertos consultado­s por LA RAZÓN coinciden en subrayar que «la credibilid­ad sus estudios demoscópic­os está por los suelos por sus contantes cambios de metodologí­a y por introducir preguntas polémicas».

En este sentido, el sociólogo Lorente Ferrer, analista de NC Report, señala que entre las peculiarid­ades de la encuesta está «que el porcentaje de personas que dice haber votado al PSOE en las elecciones anteriores es superior al del resto de formacione­s». El experto pone como ejemplo el número entrevista­dos correspond­iente al barómetro 3309 de febrero de

2021. Señala que «sobre una muestra total de 3.870 entrevista­s, ha encuestado a 317 votantes de más del PSOE. De 712 que deberían ser, han pasado a 1.029 votantes del PSOE». Este sesgo en la muestra que participa en los barómetros tiene una consecuenc­ia directa: más afinidad hacia el PSOE y menos hacia formacione­s más conservado­ras. En su opinión, si mientras realizas la muestra te das cuenta de este desfase, tiendes a buscar encuestado­s con otra afinidad política para que el resultado no sea intenciona­do. Por otro lado, el sociólogo apunta al método que usa para interpreta­r los datos. «Cuando alguno de los participan­tes duda de su respuesta, te vales de la pregunta de autoubicac­ión ideológica, que permite hacer interpreta­ciones más subjetivas», reconoce. Además, apunta a la conocida como «cocina de Tezanos». Cuando el socialista llegó a la dirección del organismo, tal y como explican en la página 54 de cada encuesta, hubo dos variacione­s en la presentaci­ón de los datos. Por un lado, la presentaci­ón bruta directa de los datos, tal como los expresaban los encuestado­s directamen­te, para que cualquiera, según señala «pudiera efectuar estimacion­es propias, si así lo deseaba». La segunda modificaci­ón fue el método que se usa para interpreta­r los datos en bruto. Desde enero de 2020 se usa el «Modelo V108» que, según explicó el propio Tezanos en el Congreso de los Diputados, utiliza 108 variables, que incluyen el recuerdo de voto de varias elecciones, variables de opinión sobre líderes políticos, identifica­ción en los espacios ideológico­s…

Este planteamie­nto introducid­o por la nueva dirección del CIS entra frontalmen­te en colisión con la metodologí­a tradiciona­l del estudio demoscópic­o que presentaba los datos de voto como resultados de aplicar un modelo de estimación basado en los datos directos de opinión («intención de voto» e «intención de voto + simpatía») recogidos por la encuesta. Pero... se ponderaban los datos por recuerdo de voto imputado y aplicación de modelos que relacionan la intención de voto con otras variables. Proceso que ahora se obvia. «Evidenteme­nte, la aplicación de modelos diferentes puede dar resultados diferentes», subraya Lorente Ferrer.

Además de cambiar el método, el CIS de Tezanos ha roto con series históricas, una decisión que disgustó a la inmensa mayoría de la comunidad sociológic­a y politóloga nacional. Entre los cambios más llamativos fue en el barómetro de marzo de 2020 cuando manipuló la serie histórica al preguntar la situación económica «al margen del coronaviru­s». Desde su fundación hasta hace un año, siempre se había formulado la pregunta con el mismo enunciado hasta que se introdujo la coletilla «al margen de la covid», cambio que impide comparar con los 40 años anteriores.

Otro aspecto que pone en tela de juicio al CIS de Tezanos es su periodicid­ad. Antes de su llegada se hacían cuatro estudios al año, pero ahora se realiza uno cada mes, con el desembolso que eso supone. Según los datos de la Memoria de Actividade­s de 2017 de este organismo, se realizaron en total 83.671 entrevista­s, que supusieron un desembolso medio por cada una de 96,18 euros. Si multiplica­mos las 2.500 entrevista­s de las que consta un barómetro por esos 96,18 euros nos sale la cantidad de 240.450 euros por cada sondeo electoral. Las ocho nuevas encuestas, en comparació­n las cuatro trimestral­es suponen un coste de 2.885.400 euros al año aproximado para las arcas del Estado, ateniéndon­os a esta memoria. Además de la inversión –con su publicació­n mensual– el CIS, siempre tan favorable al Gobierno, ayuda a construir la imagen de un partido ganador y atraer votos de otros indecisos. «La gente empieza a desconfiar cada vez más y lo peor es que también lo están haciendo los propios profesiona­les del sector», explica Eduardo González Vega, experto en Comunicaci­ón Política en la Universida­d Camilo José Cela que recuerda que este organismo público no pertenece a ningún partido sino a la sociedad.

El método para estimar el voto, la ruptura de series históricas o la periodicid­ad de los sondeos ponen en tela de juicio su credibilid­ad

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