«La lista de Schindler»: el dolor hipnótico de una obra maestra
Después de completar con éxito el estreno del «Siegfried» de Wagner en el Teatro Real y en plena preparación para una primavera de gira que lo llevará a París, Viena o Hamburgo, el director de orquesta Pablo Herascasado recomienda un clásico que, a pesar de ser casi contemporáneo, no había disfrutado en su totalidad hasta hace unas semanas: «En ‘‘La Lista de Schindler’’, además de una música maravillosa y excepcional, hay una crudeza y una potencia en imágenes que es difícil comparar con nada terrenal», explica contemplativo.
Dirigida en 1993 por Steven Spielberg y protagonizada por un hierático y excelentemente contenido Liam Neeson, la cinta que significó por fin la reverencia académica ante el director le valió también el Oscar a Mejor Película, Guion adaptado, Fotografía, Dirección de Arte, Montaje y Banda Sonora, significando el quinto y último galardón hasta la fecha para John Williams.
«Hay algo en ella que te atrapa y que, más allá de lo duro de la historia y de ese dolor que la atraviesa, te exhorta a seguir mirando», añade el músico, que conectó con ella recientemente en una emisión televisiva. Quizá, lo que Heras-casado no allas canza a definir concretamente pase por la credibilidad extrema del relato que teje Spielberg en lo que muchos consideran su obra maestra. Además de una ambientación exquisita y unos tiempos perfectos pese a sus tres horas y cuarto de duración, la recreación de los campos de exterminio fue tan realista que muchos de los protagonistas reales se negaron a visitar el rodaje. De hecho, cuando la superviviente Mila Pfefferberg conoció a Ralph Fiennes, ataviado con el uniforme nazi del déspota general al que interpreta, llegó a sufrir una especie de regresión y comenzó a temblar del miedo, según reveló el propio actor en una entrevista.
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«Hay algo en ella que te atrapa y que, más allá de lo duro de la historia, te exhorta a seguir mirando», explica Pablo Heras-casado