«PARA HACER UNA MALA LEY TAMPOCO HAY POR QUÉ CORRER»
LaLa frase en cuestión pronunciada por el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana pretende terciar en el enésimo contencioso entre los cohabitantes de La Moncloa a propósito de la Ley de Vivienda. Como la política es un hábitat con costumbres singulares, aquí el roce no hace el cariño, sino más bien la ojeriza. Para quitarse el muerto de encima, defiende ante los medios de comunicación que las desavenencias cada vez más públicas y sonoras son corrientes, porque al fin y al cabo el PSOE y Unidas Podemos son dos partidos distintos. Es cierto que todo un ministro del Reino de España podría haber fraguado un discurso más apañado, pero es lo que tenemos y la mascletá da para lo que da. En esta escena del sainete gubernamental en la que el ministro tiene texto, la pelotera se precipita por el ansia comunista de colar el control de precios del alquiler en la futura Ley de Vivienda por aquello de hacerse acreedor a lo del gobierno del pueblo y tal. El intervencionismo, que es la forma de la izquierda radical de coartar la libertad de la gente, es el método bárbaro y cerril de cargarse el mercado y desproteger precisamente al arrendatario, y obviamente al arrendador. Ellos lo saben y lo conoce cualquier párvulo en saberes económicos. A mayor rigidez y desmedidas regulaciones, los precios reaccionan cuan shock anafiláctico. Es arduo hallar una política más antisocial que reducir las opciones de acceso a un hogar de aquellos que más lo necesitan y mayores dificultades encuentran, pero Unidas Podemos nunca ha demostrado que empatice con la realidad de la gente de la calle, que le interese por conocerla y vivirla. Más bien la utiliza porque vive de que otros malvivan. Y Ábalos da largas porque o cuenta con mejores asesores o es más prudente: «Para hacer una mala ley tampoco hay por qué correr». Ni siquiera para elaborar una menos mala, ni siquiera una buena. De paso gana tiempo probablemente con la esperanza de que en un futuro no muy lejano el divorcio político despeje el horizonte.