La Razón (1ª Edición)

Las cinco razones por las que necesitába­mos viajar a Marte

No es fácil entender que poner un vehículo en Marte mejore nuestro día a día, pero existen buenos motivos para haber costeado una exploració­n así

- Ignacio Crespo

En plena pandemia, cuando escasean las vacunas y tantos negocios se han ido a la bancarrota, parece especialme­nte sangrante que nos gastemos 2.700 millones de dólares en colocar una máquina en Marte. Casi tres millardos de dólares que podrían haber sido destinados a combatir el hambre en el mundo, a retirar plásticos de nuestros océanos o a luchar contra el cambio climático. Y, sin embargo, la fiebre espacial parece haber nublado las prioridade­s de algunos dirigentes. O, al menos, esto es lo que piensa buena parte de la población, pero, ¿y si estuviéram­os equivocado­s? ¿Y si existieran buenos motivos para invertir tanto dinero y esfuerzos en una misión como la que ha puesto a Perseveran­te sobre el planeta rojo? Porque lo cierto es que no hay uno solo sino cinco.

1) Acabar con nuestra soledad

Uno de los argumentos que más se escucha estos días es el de la vida extraterre­stre. El rover Perseveran­ce tiene, entre sus principale­s misiones, encontrar indicios de vida en Marte, ya sea a través de moléculas orgánicas o bien de diminutos fósiles de antiguos microorgan­ismos. En cierto modo se trata de buscar una aguja en un pajar, aunque a decir verdad este es el pajar con, probableme­nte, más agujas de todos los que conocemos. Más allá de responder a la eterna pregunta acerca de si estamos solos en el universo, encontrar microorgan­ismos marcianos nos ayudaría a entender nuestro propio origen e incluso a aclarar si la vida pudo venir de Marte. No obstante, hay a quien esta razón le parece poco robusta, pero por suerte todavía quedan otras cuatro.

2) Encontrar un nuevo hogar

La búsqueda de otras formas de vida puede parecer irresponsa­ble cuando tantas otras que ya conocemos están pasando por un aprieto. Lo cierto es que abordar una cuestión no invalida la otra, pero dejando a un lado la falsa diun cotomía, cabe decir que Marte podría ser una alternativ­a a nuestros problemas planetario­s. Hay quienes piensan que Perseveran­ce es un primer intento de hacer habitable (terraforma­r) un planeta como Marte usando su dispositiv­o de producción de oxígeno. Lo cierto es que la terraforma­ción está todavía muy lejos de nuestro alcance, pero la exploració­n Marciana es necesaria para que en unas décadas podamos establecer

las primeras colonias en el planeta rojo. Dichas misiones pueden llegar a ser determinan­tes para nuestro futuro como especie, pero también como planeta.

3) Conocer nuestro futuro

Ahora mismo conocemos un planeta, el nuestro. Creemos saber cómo fue y evolucionó su pasado y, de forma consecuent­e, cómo poder predecir su futuro. En cierto modo es así, aunque la ciencia, si algo necesita, son ejemplos, tantos como sea posible, y nosotros solamente hemos podido estudiar a fondo uno: a la Tierra. Hubo un tiempo en que Marte era un vergel, el agua líquida recorría su superficie y su atmósfera era densa y profunda, perfecta para que la vida prosperara.

Ahora, sin embargo, es una roca aparenteme­nte inerte, superficia­lmente seca y con una atmósfera bastante delgada y cien veces más densa que la terrestre. Venus parece haber seguido un camino similar pasando de paraíso a infierno planetario. Lo que les sucedió a ellos podría ocurrirnos a nosotros, pero para entenderlo necesitamo­s irremediab­lemente seguir explorando allí mismo, sobre el terreno, y para eso requerirem­os nuevas tecnología­s.

4) Una revolución tecnológic­a

Suele decirse que la exploració­n espacial es una inversión altamente rentable, ya que, a pesar de su coste, ha empujado el desarrollo de tecnología­s revolucion­arias que han cambiado el mundo tal y como lo conocemos. Ha sido esa transferen­cia tecnológic­a la que nos ha traído los paneles solares, los escáneres TAC, nuevas prótesis, el GPS, sistemas de potabiliza­ción de agua e incluso la telemedici­na, que permite llevar asistencia sanitaria a poblacione­s geográfica­mente aisladas.

Sin duda, todo esto podría haberse conseguido con una inversión dirigida y por lo tanto más barata, pero el argumento es otro. Los 2.700 millones dan muchos más frutos que el simple viaje a Marte, y eso hay que tenerlo en cuenta al valorar el coste: la fertilidad del proyecto en cuanto a las posibilida­des de transferen­cia tecnológic­a. Hecho que se suma a que, muchas veces, no sabemos qué investigar hasta que se presenta un problema, y en eso último la exploració­n espacial es experta.

5) Consenso espacial

Gastamos miles de millones de euros anuales en blockbuste­rs que tampoco combaten directamen­te el cambio climático ni el hambre en el mundo. Los equipos de fútbol mueven billones en todo el planeta y no discutimos su valor. En la antigua Grecia la ciencia se enorgullec­ía de ser valiosa en sí misma, al margen de la aplicación, y tal vez debamos volver a esos tiempos en que primero entendíamo­s y luego, en todo caso, intentábam­os aplicar lo que habíamos aprendido. Porque, aunque no lo parezca, si hay una bandera bajo la que todos podemos identifica­rnos para construir un mundo mejor, esa es la de la exploració­n espacial.

 ?? NASA ?? Primera fotografía del aterrizaje de la Perseveran­ce
NASA Primera fotografía del aterrizaje de la Perseveran­ce

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