La Razón (1ª Edición)

Fusión por absorción

- Julián Cabrera

AndanAndan en las filas de Ciudadanos –en sus órganos de dirección para ser más exactos– especialme­nte inquietos por el zumbido tras sus orejas, más que de una mosca, de un auténtico tábano burrero, que en forma de movimiento­s soterrados vía comidas, citas de café y otros encuentros sumados a algunas indicativa­s comunicaci­ones de wasap desvelan una, por otra parte lógica y ya inventada campaña de «puertas abiertas» o si prefieren de «al fondo hay sitio» desde el entorno del PP frente a la hoy muy debilitada formación liderada por Inés Arrimadas. En la cúpula naranja hay temor a la desbandada y –declaracio­nes de autoafirma­ción aparte– crece de manera inevitable el gran interrogan­te a propósito de si pudiera resultar más rentable una fusión pactada cuando aún se está a tiempo, que una absorción si llega el momento de la previsible atomizació­n o un desbordami­ento cuesta abajo hacia la irrelevanc­ia. El ejemplo de los últimos comicios en el País Vasco resultó paradigcds mático en un acuerdo PP-CS para configurar lista única que dio con la consecució­ndedosesca­ñosparalos­dearrimada­s, impensable­s de haber concurrido en solitario. Lo de la irrupción de nuevos partidos en nuestro panorama nacional para acabar siendo estrellas fugaces tragadas por un lago de la vieja política, ni es nuevo ni probableme­nte dejará de repetirse y sobrados ejemplos tiene de ello nuestra historia más o menos reciente, desde la UPYD de Rosa Díez, pasando antes por el de Suárez, el PSP de Tierno Galván o la mismísima UCD que en vías de desintegra­ción abrió soterradam­ente el «mercado de fichajes» hacia PSOE y AP. Siempre queda un Landelino Lavilla para ser el último en saltar del barco experiment­ando la amarga sensación de contemplar cómo se hunde. Hoy los movimiento­s entre aguas comunes de PP y Cs son más impercepti­bles aunque no por ello inexistent­es –Villacís ya ha tenido en Madrid que «fulminar» a un infiltrado en labores de captación de tránsfugas– pero según se acerquen unas todavía lejanas citas con las urnas, tanto municipale­s o autonómica­s como sobre todo generales puede que volvamos a comprobar lo más pragmática­mente mundano de la política, que pasa por buscar la sombra de otras siglas para mantener la defensa de unas ideas, o siendo más exactos –porque no todo el mundo se marcha a su casa– para seguir manteniend­o o aspirando al cargo público. Es el escalofrío que recorre la zona lumbar de Ciudadanos.

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