Un año después, el 8 de marzo
En la manifestación del 8-M del 2020 se pudo ver la pancarta con el lema «el machismo mata más que el coronavirus». Hoy sabemos que en el último año el coronavirus ha matado más que el machismo y que el machismo ha seguido matando. Hay que hacer todo lo posible para parar todas las muertes y todos los asesinatos y no encender todos los cartuchos del enfrentamientos y la polémica. Si nos atenemos a los avisos del presidente Pedro Sánchez en el Congreso y a sus apuntes sobre la desescalada lo responsable, según su criterio, sería evitar la repetición de errores pasados, que se resumen en la precipitación hacia la presunta normalidad.
En Madrid, que es España a escala o rompeolas de todas o epicentro de la polémica, el delegado del Gobierno ha declarado que no prohíbe las de menos de 500. Cifra que emana, según la delegación de la Consejería de Sanidad… y lo niegan desde el Gobierno regional. Ya tenemos una nueva bronca que no se va a quedar en esto sino que va a derivar en quien está a favor o contra de las reivindicaciones del 8-M. De nuevo se repartirán carnés, se harán listas negras y se organizarán lapidaciones desde ambos lados de la trinchera y las vísperas y los señalamientos eclipsarán el 8-M. Se reproducirán las tensiones entre gobiernos, en el seno del Gobierno de España, hasta quizá en el seno del Gobierno de Madrid… de momento ya tenemos la disparidad absoluta entre compañeros de partido, Ignacio Aguado y Begoña Villácis, uno a favor y la otra en contra.
Quizá suene revolucionario pero se puede ser feminista y no estar en las manifestaciones de este año ni apoyar su celebración. No se trata de anular el derecho sino de ejercerlo plenamente en una mejor situación sanitaria.