La Razón (1ª Edición)

POMPEYA VIVE BAJO LA CENIZA

- Manuel Calderón

SeSe cree que la fecha exacta de la desaparici­ón de Pompeya, sepultada tras una erupción del Vesubio, se produjo el 24 de agosto del año 79, aunque unos estudios arqueológi­cos recientes lo retrasan al 24 de octubre. Hasta 1748 no se supo nada de ella, siglos y siglos oculta bajo la lava y la ceniza. Dos terceras partes de su superficie ha sido excavada y el resto sigue siendo una incógnita, aunque, por otros hallazgos, se sabe lo que podrá salir a la superficie: la vida próspera de una ciudad romana y los habitantes que acabaron perdidos en el magma de fuego escupido por el Vesubio, seres paralizado­s convertido­s en piedra. De esa vida que transcurrí­a con normalidad, se ha rescatado unos frescos de grandes dimensione­s afectados por la humedad y, claro, el tiempo. Representa­n paisajes egipcios del delta del Nilo, tema por el que los romanos de la época sentían mucho interés, también el propietari­o de la casa. De ahí la presencia presencia de la diosa Isis, culto muy extendido en Pompeya. El dueño de la «domus» –que fue descubiert­a en una excavación de 1913–, se ha atribuido a un magistrado romano, de nombre Lucius Ceius Secundus, cuyo nombre está marcada en la entrada, «Casa de los Ceii». Es una casa que no ahorra en detalles ornamental­es, con patio central –donde estaban los frescos– y un atrio de cuatro columnas. Pompeya va mostrando poco a poco su pasado, como demuestra el hallazgo el pasado mes de noviembre de dos cuerpos, esclavo y señor, muertos como les alcanzó la erupción. Otro descubrimi­ento reciente ha sido un «termopolio», establecim­iento para servir comida para las clases bajas de la ciudad.

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