La Razón (1ª Edición)

Uslar Pietri, el escritor al que solo la ceguera pudo frenar

Mañana se celebran veinte años de la muerte de uno de los más importante­s escritores e intelectua­les de Hispanoamé­rica

- Toni Montesinos

Arturo Uslar Pietri desapareci­ó a la muy provecta edad de 94 años, el 26 de febrero de 2001, en su natal Caracas. Enclaustra­do en su casa durante sus últimos tiempos, en la periferia de la capital venezolana, sufría de una ceguera que le había forzado a detener su prolífica actividad literaria. De hecho, permanecía allí prácticame­nte retirado desde el comienzo de los 90: tras ser galardonad­o con el Premio Príncipe de Asturias y algo más tarde de ofrecer «Los cuentos de la realidad mágica» (1992). Su vasta trayectori­a se desarrolló en paralelo a la política, y en España disfrutó en su día de atención editorial notable, sobre todo, en lo que atañe a su máximo logro, «Las lanzas coloradas» (1931), una recreación de la guerra de independen­cia en Venezuela. La escribió en París pero la publicó en Madrid, y en ella desarrolló un episodio en torno a cómo la región del llano fue asolada por el general realista José Tomás Boves; asimismo, el relato reflejaba el intento de Simón Bolívar de liberar la entonces Capitanía General de Venezuela de manos del poder español, aunque la figura del libertador no se hacía presente más que de manera referencia­l. Una obra de juventud, de tinte bélico y aventurero, con grandes escenas de batallas llenas de extraordin­aria violenta, que mereció las siguientes palabras de Mario Vargas Llosa: «Abrió la puerta para lo que sería luego el reconocimi­ento de la novela latinoamer­icana en todo el mundo».

Candidato a la presidenci­a

Ciertament­e, política y literatura fueron avanzando de forma paralela en las inquietude­s del joven Uslar Pietri, que estudió Ciencias Políticas en la universida­d mientras escribía «Barrabás y otros relatos» (1928), una serie de descripcio­nes de la vida rural venezolana heredera, clade clade la «novela regional» inaugurada por su compatriot­a Rómulo Gallegos. Después, vendría su periplo como ministro de Educación, Hacienda y Relaciones Interiores en las décadas de 1930 y 1940, hasta que se retiró de la política en 1945 después de sufrir la cárcel y el destierro por denunciar las etapas dictatoria­les que sufrió su país. A partir de aquel instante se concentrar­ía en el periodismo, colaborand­o con la Agencia Efe, y llegó a ser director del periódico «El Nacional» entre 1969 y 1975 y, por supuesto, en la literatura.

La relación con la política le venía de lejos; era descendien­te de un edecán de Simón Bolívar y de dos presidente­s de Venezuela, por lo que para él acabó sienda do natural ocupar estos cargos: tres veces ministro, más secretario de la Presidenci­a de la República, diputado y senador, y hasta candidato a la presidenci­a de la República en 1963. De hecho, fundó el Frente Nacional Democrátic­o, un partido conservado­r de derecha, en 1964.

En 1929 había marchado a París, para ocupar el puesto de agregado civil en la Embajada. Allí, durante un lustro trabaría amistad con Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier, y frecuentar­ía a Paul Valéry, Robert Desnos, André Breton, Ramón Gómez de la Serna… Asimismo, fue el formulador del término «realismo mágico» en su ensayo «Letras y hombres en Venezuela» (1948).

Y es que su obra literaria aborrament­e, todos los géneros, en especial el ensayo periodísti­co, a la que se añaden siete novelas y nueve recopilaci­ones de cuentos. Así, iban a nacer novelas que deseaban reconstrui­r grandes momentos de la historia: «El camino de El Dorado» (1948) narra la aventura de Lope de Aguirre, que recorre el río Marañón en busca de esa tierra soñada hasta alcanzar la isla Margarita y manifestar su rebeldía contra Felipe II; «Oficio de difuntos» (1976) recrea las dictaduras de Páez y Gómez; y «La visita en el tiempo» (1990) recoge el ambiente de la época de Juan de Austria. Son solo tres ejemplos de la manera de concebir la vida y la literatura por parte de Uslar, casi siempre política e históricam­ente. Varios de estos textos están siendo publicados ahora por la editorial Drácena, que se especializ­a en rescatar la obra de grandes autores hispanoame­ricanos. En este caso, tenemos al alcance «La ruta de El Dorado», «Oficio de difuntos», «La visita en el tiempo» y, la más reciente, «Estación de máscaras». En ella, Álvaro Collado, el protagonis­ta, regresa a Caracas tras diez años de destierro, en 1948, y se encuentra a sus viejos amigos y conocidos alterados por una circunstan­cia terrible: el inminente golpe de Estado.

Ese revuelo por agasajar al próximo dueño del país que anima a los amigos del protagonis­ta y los tipos de turbia catadura de los que el futuro dictador se sirve para cumplir sus propósitos constituye­n la galería que urde este relato, descubrien­do con su trama toda la hipocresía de la sociedad. Con esta obra, Uslar Pietri concluyó lo que pretendía ser una trilogía –«El laberinto de Fortuna»–, pero que se convirtió en binomio –esta novela y su predecesor­a: «Un retrato en la geografía»–, sobre la convulsión social que supuso la explotació­n del petróleo para Venezuela.

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La editorial Drácena está ofreciendo diversos libros de Arturo Uslar Pietri, Príncipe de Asturias de las Letras de 1990

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