Un Blechaz más maduro
Obras de Velázquez, Chopin y Brahms. Piano: Rafal Blechacz. Orquesta de la CAM. Director: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Madrid, 22-II-2021.
El polaco Blechacz (1985) ha vuelto a Madrid más maduro, más artista. Sonido redondo y corpóreo, de suaves reflejos, pulsación firme y matizada, fraseo impoluto e intencionado, técnica probada, con un mecanismo casi infalible y un manejo del pedal muy justo. Su versión del «Concierto nº 1», de Chopin, ha sido expresiva, contrastada y bien construida, fluida y consistente. Su entrada, tras la extensa introducción, bien planteada por el director, tuvo excelente definición y nos expuso ya sus credenciales. En el maravilloso soliloquio del «Larghetto» con aroma de «Nocturno», Blechacz cantó libre y encendidamente con un sabio control de dinámicas. En la «Sinfonía nº 2», de Brahms, el director redujo el orgánico dejando tan solo un instrumento en cada uno de los atriles de los vientos, excepto en el de las trompas, en el que se contó con dos; y descartando la tuba pedida por Brahms. Quizá se buscó con ello un mayor equilibrio entre familias y evitar que, como suele pasar, las cuerdas queden sepultadas. Por lo demás, la construcción y planificación generales nos parecieron acertadas. La Orquesta sonó a toda presión y brillaron sus escasos metales en la coda, con la repetición gloriosa de las figuraciones escuchadas en el segundo movimiento. Un buen remate para una sesión que había comenzado con «Piano espressivo», de Fernando Velázquez, una composición en la que brilla la paleta tonal y el manejo de los colores de este músico. Dos flautas abren y cierran la partitura con su aleteo y dan paso a una hermosa melodía de la cuerda, en la que se trabaja a conciencia.