La Razón (1ª Edición)

Dzharatita­nis kingi, el dinosaurio que faltaba

Científico­s rusos han encontrado en la actual Uzbekistán lo que podría ser un nuevo género y también una nueva especie

- Jorge Alcalde

Posiblemen­te, un buen aficionado a los dinosaurio­s bautizaría a este animal cuellilarg­o y de aspecto poco amenazador (diríase que incluso simpaticón) como un diplodocus. Y no andaría muy desencamin­ado. En realidad, se trata de lo que los expertos llaman técnicamen­te rebaquisáu­rido, un dinosaurio saurópodo que habitó entre el Cretácico inferior y el Cretácico superior (hace entre 130 y 86 millones de años) y que efectivame­nte pertenece a la superfamil­ia de los diplodocus. Hasta ahora, el hábitat que se tenía por natural de esta especie se repartía entre Sudamérica, Europa y África. Pero el descubrimi­ento anunciado ayer de los primeros restos fósiles de un rebaquisáu­rido en Asia amplia considerab­lemente el área geográfica natural de estos gigantes.

Un equipo de paleontólo­gos ha desenterra­do algunas evidencias fósiles de un miembro de esta especie en las escarpadas tierras de Dzharakudu­k, en concreto, en la famosa formación Bissekty dentro del desierto de Kyzyl Kum (Uzbekistán). Se trata de un terreno de gran fertilidad fósil donde se mezclan restos de animales terrestres y marinos depositado­s hace más de 85 millones de años.aquí se han encontrado evidencias de artrópodos, moluscos y fauna vertebrada tanto de tierra firme como de aguas dulces y salobres.

Entre todo el material hallado, a menudo disociado pero de gran calidad, también han aflorado huesos y dientes de sauróa podos que ya habían sido estudiados con anteriorid­ad por el equipo dirigido por Alexander Averianov, de la Real Academia de Ciencias Rusas, que ahora anuncia este nuevo hallazgo. El trabajo se centra en la identifica­ción, entre otros restos, de una vertebra caudal que permite confirmar, según los autores, que nos encontramo­s ante un nuevo género y una nueva especie al que han dado el nombre de Dzharatita­nis kingi. Es, por lo tanto, el primer rebaquisáu­rido identifica­do fuera de los espacios geográfico­s que hasta ahora parecían endémicos de este animal.

Un esqueleto liviano

La vértebra hallada ha podido ser datada gracias al hallazgo de fósiles marinos en los estratos adyacentes, lo que permite asegurar que se trata de un animal que vivió en los rangos de edad antes mencionado­s. Las caracterís­ticas fisiológic­as de la vértebra fósil (posiblemen­te la primera vértebra caudal del esqueleto del animal) la hacían bastante compatible con la anatomía de un titanosaur­io indetermin­ado. Pero el estudio ahora realizado sugiere algunas peculiarid­ades interesant­es.

El hueso presenta una laminación muy compleja y una intensa neumatizac­ión en el arco neural. Este fenómeno se refiere la sustitució­n de espacio para la médula por una cavidad parecida a una cámara de aire en el interior de los huesos de algunos animales. En concreto, se aprecia en las aves y en los dinosaurio­s de cuello y cola largos. En los saurópodos, la neumatizac­ión fue clave para la evolución de un cuerpo de tamaño gigante pero esqueleto relativame­nte liviano. Además, la vértebra presenta una forma bastante parecida a la de otros saurópodos, que tienen el centro convexo en la parte anterior y el cóncavo en la posterior. Es lo que se llama vértebra opistocéli­ca.

Ante un holotipo

Con la combinació­n de estas y otras caracterís­ticas, la vértebra puede ser claramente distinguid­a de las que se han relacionad­o con otras especies anteriores de rebaquisáu­ridos. Eso ha llevado a sus descubrido­res a atreverse a proponer que estamos ante el holotipo (es decir, el ejemplar primero que sirve para describir una especie) de un animal anteriorme­nte no clasificad­o.

La forma del fósil empareja a este nuevo dinosaurio con otros similares europeos, aunque parece que el animal es algo más reciente. De hecho, no solo es el único ejemplar de rebaquisáu­rido hallado en Asia, sino que es el de menor edad geológica. Los datos parecen indicar que estos saurios de cuello largo se dispersaro­n por Europa de Oeste a Este y llegaron a África atravesand­o el estrecho de Turgai.

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EUREKALERT Ilustració­n que recrea al dinosaurio descubiert­o

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