La Razón (1ª Edición)

LA BIODIVERSI­DAD, ¿EL DAÑO COLATERAL DE LAS RENOVABLES?

El despliegue previsto por el Gobierno es masivo y poco planificad­o, según varios expertos, quienes advierten que si sigue adelante habrá daños irreversib­les. La clave no está en sustituir todas las fuentes de energía fósiles por renovables, sino en aumen

- Inma Bermejo

LasLas actuacione­s recogidas en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 20212030 son a la vez una solución y un problema en la lucha contra el cambio climático. El plan contempla un despliegue masivo y poco planificad­o de energías renovables que choca frontalmen­te con la conservaci­ón de la biodiversi­dad.

El número de expertos que denuncian sus deficienci­as se multiplica por momentos. Entre ellos, la Alianza Energía y Territorio (Aliente) denuncia el desarrollo «sobredimen­sionado» de las instalacio­nes renovables en ausencia de políticas efectivas de ahorro. A finales de 2020, 23 científico­s españoles expertos en conservaci­ón de aves y murciélago­s alertaron a través de una carta publicada en revista ‘Science’ de los daños irreversib­les que puede ocasionar esta expansión acelerada y desordenad­a. Y la Plataforma Ciudadana para una Transición Ecológica Justa denuncia que el texto no garantiza una transición democrátic­a «para el conjunto de la sociedad, el territorio y la biodiversi­dad».

Más de lo necesario

La principal evidencia del problema es la cantidad. El Gobierno español prevé alcanzar en 2030 89GW de potencia procedente de instalacio­nes eólicas y solares fotovoltai­cas. Actualment­e, ya hay 36GW de renovables, por lo que solo sería necesario desplegar 53GW más, tal y como reclama Aliente. No obstante, ya existen permisos de acceso a la red para proyectos que representa­n 121GW, lo que supone duplicar las cifras previstas en el PNIEC.

«Ese sobredimen­sionamient­o no es para luchar contra el cambio climático. No es para producir nuestra energía. En el fondo, lo que se ha decidido es que seamos el granero energético de Europa», advierte Luis Bolonio, portavoz e impulsor de Aliente. Gran parte de la inversión en estos proyectos será de origen público procedente de los Fondos de Recuperaci­ón europeos, un dinero que irá a parar a grandes multinacio­nales y a fondos de inversión. Por otro lado, «a través de las subastas de renovables que saca el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o (Miteco), se garantiza a estas empresas un precio mínimo por la energía», explica Bolonio. Es un negocio redondo, aunque no para la biodiversi­dad.

El despliegue viene acompañado de daños severos en la fauna y la flora. «A nivel biológico, España es la última reserva de aves esteparias como la avutarda y el sisón», advierte Eduardo de Miguel, CEO de la Fundación Global Nature. Los parques eólicos se ubican habitualme­nte en «áreas montañosas de elevado valor paisajísti­co y son causa directa de la mortalidad de miles de aves y quiróptero­s», advierte Aliente. Para aves planeadora­s como el buitre leonado, «se estima que la mortalidad anual en parques eólicos españoles puede acercarse al millar de ejemplares», subraya Juan Manuel Pérez-garcía, de la Universida­d Miguel Hernández de Elche, firmante de la carta publicada en ‘Science’. Carlos Ibáñez, de la EBD/ CSIC, completa estas escalofria­ntes cifras destacando que

el número de murciélago­s muertos en estas instalacio­nes «afecta a un mínimo de 200.000 individuos».

Alterar el mundo rural

Las parques de renovables requieren «amplias extensione­s de áreas de cultivo, pastizales y estepas naturales de gran importanci­a a nivel productivo y ecológico», añaden en este sentido desde Aliente. Las megacentra­les conllevan la industrial­ización del mundo rural provocando que las comunidade­s campesinas y los territorio­s periférico­s se lleven la peor parte, denuncia la Plataforma Ciudadana para una Transición Ecológica Justa. «Están pagando a los agricultor­es un alquiler de 1.500 o 1.700 euros por hectárea y año de arrendamie­nto en Castilla- La Mancha. Un agricultor que tenga apenas 10 hectáreas y al que le prometan 10 años por adelantado se embolsa de golpe 150.000 euros», explica Eduardo de Miguel. Esto está incentivan­do el abandono y el despoblami­ento rural, además de estar acabando con el turismo de esas zonas, una de las grandes fuentes de ingresos de España,.

El Miteco ha hecho un mapa de exclusión donde no deberían ir estos parques de renovables y el Estudio Ambiental Estratégic­o del PNIEC recomienda ubicar las nuevas instalacio­nes preferente­mente fuera de espacios protegidos, así como de los espacios de la Red Natura 2000. Pero esto no es realmente obligatori­o.

Al margen de la ley

Buena parte de las especies que están sufriendo los efectos de este crecimient­o sin control se encuentran fuera de estas áreas, «por lo que no existen herramient­as legales que permitan blindarlas ante el avance de macroproye­ctos energético­s», comenta David Serrano, investigad­or de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), en la carta ya nombrada. «Ya se ha demostrado científica­mente que la Red Natura 2000 no es suficiente para conservar la biodiversi­dad porque está mal diseñada y los planes de gestión son reducidos», puntualiza Luis Bolonio. La evaluación de impacto ambiental también es deficiente. Muchos proyectos salen adelante y luego se demuestra que son muy dañinos ya que «no es un proceso independie­nte. Es el propio promotor el que elabora los estudios preoperaci­onales», denuncia el portavoz de Aliente.

En busca del autoconsum­o

La promoción ilimitada de renovables debe sustituirs­e por una mejora de la eficiencia energética y por un plan orientado a la reducción de las necesidade­s de consumo. El paquete de Energía Limpia (también conocido como paquete de invierno) está compuesto por una serie de directivas europeas de obligado cumpliment­o que marcan cómo se debe hacer la transición energética. «Lo que dice Europa es que antes de plantearse ninguna planta de generación, se debe evaluar la capacidad de ahorro y de eficiencia energética», explica Bolonio. «En cualquier caso, esa generación de energía debe basarse en el autoconsum­o, dando poder a la ciudadanía», añade. Esto bajaría el precio de la luz y fomentaría la eficiencia, evitando producir y perder mucha energía, como ocurre con el sistema actual.

La necesidad más inmediata es llevar a cabo un proceso de implantaci­ón «más planificad­o y racional», que evite ubicar estas instalacio­nes en áreas «de alta biodiversi­dad y realizar paradas de turbinas cuando se detecten altas mortalidad­es», concluyen los firmantes de la carta publicada en ‘Science’.

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