¡Viva el rey!
Son días de desgracia, pero no desesperanzados. España afronta su peor crisis en décadas y conviene que no nos dejemos confundir. Nos jugamos nuestra convivencia y bienestar. Me atrevo a decir que estamos ante una emergencia nacional. Por suerte tenemos al frente del Estado al mejor Rey de la Historia. Basta ver como actúa y escucharle, para constatarlo; y no será porque no busquen enfangar una trayectoria personal impecable. Don Felipe es un hombre cabal, de soberana paciencia, que vive para la felicidad de los españoles. Ser responsable un día es fácil, es casi una anécdota; pero serlo 365 días-ya sí año tras año-es una heroicidad.don felipe lo viene siendo desde la primera hora de su reinado, con sacrificio y espíritu de servicio, y con una humanidad que los españoles valoran y sienten, así algunos ladren. La inmensa mayoría quiere a su Rey. El problema es la desafección de los más jóvenes, debida a la errática y sectaria educación que han recibido y a ese encanallamiento de la convivencia, provocado por una izquierda cuyas herramientas predilectas son el odio y la envidia. Me sucede lo que a tantos: no quiero ni pensar lo que sería de España, ahora mismo, sin Don Felipe; con la identidad nacional zarandeada, el ataque a lo español español al alza y las consecuencias socialesy económicas del apande mi a. Demasiados escupiendo veneno. Justo lo contrario de lo que necesitamos. tenemos que perdonar, olvidar y mejorar. Concordia, concordia y concordia. Dicen los cercanos a Don Felipe, que al Rey le preocupa -y mucho- este agrietamiento de la estima colectiva. No le falta razón. Pero ¿Qué se puede esperar con semejante desplome económico, un gobierno rehén de descerebrados y una oposición incapaz de liderar cualquier alternativa sólida? ¡Menos mal que tienen ustedes al Rey Felipe! me decía un embajador de la América Hispana. El Rey ama a su pueblo y la gente confía en Don Felipe, y ambos saben por dónde hay que adentrarse y por dónde no, para seguir la senda de lo que nos conviene a todos,. Esa por la que tan razonablemente nos ha ido durante 40 años. A ver: o nos tomamos la Constitución en serio, o nos vamos al precipicio. Al Estado sólo lo representa el Rey. Al igual que, a la Nación, en su conjunto, las Cortes Generales.
«Ante la actual emergencia nacional, tenemos al mejor Rey»