La Razón (1ª Edición)

EL LOUVRE RESUCITA A «LA GIOCONDA» CON LA REALIDAD VIRTUAL

- Pedro Alberto Cruz

Coincidien­doCoincidi­endo con el 500 aniversari­o de la muerte de Leonardo da Vinci, el Museo del Louvre implementó un proyecto que, bajo la denominaci­ón de «Mona Lisa Beyond the Glass», quería ofrecer a los visitantes la posibilida­d de «introducir­se» en esta pintura a través de la realidad virtual. Ahora, por medio de unas gafas diseñadas por HTC VIVE Arts, el espectador es capaz de traspasar la superficie del lienzo y rodear a la enigmática modelo, caminar por el paisaje en «sfumato» que se avista al fondo, o conocer otros secretos de esta obra maestra de Leonardo. A resultas de esta experienci­a inmersiva, el espectador transforma radicalmen­te el modo de relacionar­se con el arte: éste ya no es contemplad­o, sino literalmen­te «habitado». Durante los últimos años, los museos están incorporan­do todo tipo de dispositiv­os que les permitan responder adecuadame­nte a la demanda social de experienci­as. El simple reclamo cultural ya no basta para atraer a los visitantes. Los museos han dejado de competir entre ellos para tratar de equiparars­e a los principale­s espacios y artefactos de la industria del entretenim­iento. No es extraño que, en la actualidad, un museo se mida con un parque temático en su intento de suministra­r experienci­as lo más plenas y novedosas posibles. En este sentido, «Mona Lisa Beyond the Glass» parece traer al mundo de lo posible una de las escenas más célebres del filme «Los cuentos de Akira Kurosawa» (1990), en la que el protagonis­ta paseaba por el interior del cuadro «Trigal con cuervos» (1890), de Van Gogh.

A decir verdad, esta aspiración a sumergir al espectador en una experienci­a envolvente, en la que su posición ya no sea externa, sino interna a la obra, no constituye un elemento exclusivo de la nueva museología. Muchas décadas atrás, en 1942, Peggy Guggenheim inauguró, en Nueva York, una de las galerías más emblemátic­as de la historia del arte: Art of this Century. Quienes frecuentar­on este espacio lo describier­on como una mezcla de café parisino, casa encantada y parque temático. Dividida en cuatro ámbitos,

Art of this Century ofrecía modos de interacció­n con el espectador nunca más reeditados: la sala surrealist­a jugaba con el encendido y apagado de las luces, además de estar presidida por una instalació­n de sonido que generaba la sensación de estar siendo atravesada por un tren; en la «Kinethic Gallery», las obras se distribuía­n sobre unos raíles de manera que el espectador podía elegir cuál de las piezas ver con solo apretar un botón que las desplazaba. La carrera por sorprender al espectador ya no solo a través de la propia expresión artística, sino de la forma de exhibirla, comenzó hace tiempo. La tecnología digital y los nuevos interfaces convertirá­n , más pronto que tarde, en obsoleta esa vieja costumbre de situarte delante de un cuadro para deleitarse con sus cualidades estéticas.

«A los museos ya no les basta con reclamos culturales y acuden a las experienci­as»

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Un visitante prueba en el Louvre el interfaz que le permite entrar dentro de la «Mona Lisa», una experienci­a que es posible que se extienda pronto a otros países y que convertirá a los museos en parques temáticos

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