La Razón (1ª Edición)

Hace 25 años...

- Francisco Marhuenda

ElEl PP ganaba las elecciones del 3 de marzo. A los pocos meses, Aznar se convertía en el presidente del Gobierno sucediendo al socialista González que llevaba en el poder desde 1982. Esta derrota fue muy dura para la izquierda política y mediática, que considera muy positiva e importante la normalidad del relevo, pero siempre que no se produzca. Aznar nunca consiguió su simpatía a pesar de que no se levantaron alfombras y se pasó página de la corrupción y los asesinatos cometidos por orden de miembros del Gobierno. Con esa ingenuidad o ignorancia, nunca estoy seguro, se consideró que las responsabi­lidades políticas se sustanciar­on en las urnas con la derrota del PSOE. En cambio, no sucede lo mismo cuando afecta al centro derecha. Esta es la diferencia que ahora sufre Casado y su equipo con las sucesivas oleadas de ataques sufridos por el rencor de la izquierda. Al igual que sucede con cualquier presidenci­a del Gobierno, tuvo aspectos positivos y negativos. La propia llegada fue agridulce, agridulce, porque se esperaba una victoria contundent­e y fue por la mínima. Es más, creo que si la campaña se hubiera prolongado otras dos semanas, González hubiera ganado.

España sufría en ese momento los últimos coletazos de una crisis económica gestionada por un gobierno agónico, desprestig­iado y sin apoyos. La llegada del PP fue una muestra de normalidad democrátic­a, donde los partidos se suceden al frente del ejecutivo. No hay duda de que el balance de esos años fue muy positivo con la transforma­ción de la economía, la recuperaci­ón de una posición importante de España en la UE y en la política internacio­nal. Es verdad que hubo una parte negativa que le acabaría pasando factura tras el brutal y terrible atentado del 11-M. La corrupción que actualment­e desgasta al PP viene de aquellos años.

Es triste, pero es, también, una realidad. La existencia de una caja B con ingresos de origen claramente delictivo y los famosos sobresueld­os son un legado de aquella época. Otra cuestión es saber quién lo sabía y en este caso quién autorizó este sistema ilegal de financiaci­ón del partido. Por supuesto, saber qué recibían a cambio los que llenaban las arcas del partido. Otro aspecto es que el PP, como sucedió a partir del 2012, no supo aprovechar las mayorías absolutas del 2000 y el 2011 para realizar las transforma­ciones profundas que necesitaba España. En cambio, llegó el PSOE y revirtió lo que había hecho su antecesor.

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