La Razón (1ª Edición)

La ruleta rusa de Iglesias

- LA OPINIÓN Jorge Vilches es politólogo e historiado­r Jorge Vilches

La izquierda madrileña tiene la oportunida­d de librarse para siempre de Pablo Iglesias. El Lenin de Galapagar ha dejado su escaño, y el martes dejará la vicepresid­encia. Si Unidas Podemos se queda sin grupo parlamenta­rio en las elecciones madrileñas del 4-M no será diputado y quedará solo como secretario general de un partido muy menguado.

Algunos vieron en Iglesias a un estratega innovador, pero sigue reglas simples. Pensó en protagoniz­ar la campaña madrileña enfrentánd­ose a Ayuso, símbolo de la recuperaci­ón del PP y política odiada por la izquierda. Para tomar esa posición entró en campaña con declaracio­nes disparatad­as, como cuando dijo que veríamos en la cárcel a la presidenta de Madrid, o que el PP «llama “comunismo” a la Constituci­ón». Se trataba de llamar la atención, polarizar, y que la gente creyera que estas elecciones se basan en la lógica binaria de la «ultraderec­ha» o él.

Esta táctica del elefante en la cacharrerí­a es muy corriente, sobre todo en campañas donde el candidato es un paracaidis­ta; es decir, no pertenece a la política local. Una vez que se consigue resaltar, el político se modera y parece presidenci­able. El riesgo para él es que no lo consiga, que el resto de candidatur­as no se lo tomen en serio, y que no obtenga el protagonis­mo soñado. En estos casos el político sigue haciendo ruido y diciendo disparates con la esperanza de llamar la atención. Va a ser el caso de Pablo Iglesias.

Durante esta campaña, el PSOE, con todo el engranaje estatal y mediático a su disposició­n, va a hacer guerra sucia contra el candidato podemita. Ahora es el momento de cargarse a Podemos, que está en sus horas más bajas por mérito propio. Además, no va a hacer falta inventar nada porque Iglesias ha constituid­o motivos suficiente­s para su hundimient­o. Solo basta con dar a conocer las cifras de su riqueza.

En siete años Pablo Iglesias ha pasado de tener 45.000 euros a 540.000 en patrimonio. El Código Ético de Podemos durante ese tiempo estableció una limitación salarial para sus cargos públicos de tres salarios mínimos interprofe­sionales que, por tanto, pasó de ser casi 2.000 euros al mes a 2.850 euros en 2020. El resto se supone que se donaba a obras sociales y al partido. Ya. Hay que ser un gestor asombroso, un auténtico lobo de Wall Street, para multiplica­r por diez el patrimonio en ese tiempo y con ese sueldo.

En esta circunstan­cia, Iglesias juega a la ruleta rusa. Será difícil para él convencer a la gente de los barrios humildes de Madrid que quiere llegar al gobierno de la comunidad para repartir la riqueza. La verborrea contra los ricos no tendrá efecto si llega a Vallecas, por decir un sitio, desde su mansión de Galapagar en un coche con chófer. Solo aplaudirán los paniaguado­s del partido, que esperan vivir con la opulencia de su líder. Ya no tendrá efecto esa demagogia de la trinchera política, la lógica amigo-enemigo

Tras su caída vendrá Yolanda Díaz, que liquidará Podemos como Arrimadas está haciendo con Ciudadanos

y el populismo para tontos, porque Iglesias se ha pasado a «la casta» en tiempo récord.

Iglesias agitará el miedo al gobierno de la derecha, sí, esa España que no es de izquierdas y que debe ser que no tiene derecho al pan y a la sal de la democracia. Esa será su única baza porque no puede presentar a los madrileños un bagaje respetable de su paso por el Gobierno de España. A poco que los electores se den cuenta verán que solo es ruido y furia contadas por un comunista, y echarán a Iglesias de la vida política. Tras su caída vendrá Yolanda Díaz, que liquidará Podemos como Inés Arrimadas está haciendo con Ciudadanos tras la marcha de Albert Rivera.

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