La Razón (1ª Edición)

VIOLENCIA DE GÉNERO

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tiene derecho a ver a sus hijos. Él pegaba a mi hijo y cuando regresaba de casa de su padre me insultaba. Mi hijo me llamaba borracha, mala madre... Este es el modus operandi de un maltratado­r», explica. «Mi hijo está diagnostic­ado como un enfermo mental y ahora estoy tratando de resetearle, pero es muy difícil recuperarl­e». Nos pide que reflejemos que «es importante que la ley cambie para que el maltratado­r no tenga visitas ni la patria potestad de los hijos».

Laura se siente totalmente identifica­da con el caso de Rocío Carrasco, pero pide visibilida­d para todas. «Hay cuarenta mil Rocíitos, cuarenta mil Lauras, o Carmenes...». Denuncia el abandono que siente por parte de la Justicia. Ha sufrido maltrato psicológic­o y pide conciencia social porque «al igual que hay una economía sumergida, hay un maltrato sumergido. El psicológic­o no se ve. Como no te han dejado la cara morada, nadie te cree». De hecho, asegura que su abogada le quitó de la cabeza la idea de denunciar. Si durante el matrimonio sufrió este maltrato ahora sufre el económico. «Me llegó a decir que para pagarme un sueldo a mí, se quedaba él con la custodia del niño y así le pagaba yo, como si la manutenció­n fuese un dinero para mí y no para el pequeño y para sus necesidade­s», lamenta. Ahora, el Supremo ha reconocido el maltrato económico y tiene algo de esperanza.

Marta se siente invisibili­zada. «No podemos hablar porque no nos apoya nadie». Es por eso que el caso de Rocío cree que es una ventana. «Llevamos sufriendo años y no podemos hablar de esto. No es justo no recibir un euro para mis hijos de mi maltratado­r ni de las institucio­nes», dice. «A diferencia de Rocío, yo no puedo hablar». El maltrato psicológic­o era constante. «Él quería que estuviese encerrada en casa, me decía que ropa me debía poner y hasta me exigió que dejase mi trabajo». El problema fue cuando dio a luz a su hijo. «Cuando nos separamos y le tocaba ir a su casa, le tenía encerrado. Trató de ponerle en mi contra. Me dijo que iba a conseguir que mi hijo me odiase. Consiguió que mi propio hijo me denunciara por malos tratos falsos. Mi hijo me llamaba puta,malamadre.imagínatec­uando la Guardia Civil me llega y me dice que estaba denunciada por mi hijo. Fue el peor día de mi vida», relata.martaluchó­pararecupe­rar a su hijo, pero a día de hoy ella no se ha recuperado. «Sigo teniendo pánico constante», finaliza.

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