Las buenas prácticas agrícolas y ganaderas en la Comunidad tienen recompensa
El buen hacer de los agricultores y ganaderos en su actividad en defensa del Medio Ambiente tiene recompensa en forma de ayudas. Y es que la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural ha resuelto, por importe de ocho millones de euros, las solicitudes de incorporación de nuevos contratos de medidas de agroambiente y clima y de agricultura ecológica, convocadas en diciembre de 2020 para aquellos titulares de explotación que no tenían contratos agroambientales o ecológicos suscritos en el período 2014-2020.
Unas subvenciones que pretenden dar un impulso al desarrollo rural y que han beneficiado a más de quince mil titulares de explotación, de los cuales más de un millar son de granjas ecológicas. Desde el Gobierno autonómico que todas las solicitudes que cumplían los requisitos establecidos han sido resueltas en sentido favorable para los agricultores y ganaderos, no habiendo sido necesario aplicar criterios de prioridad en ninguna de las medidas.
Las medidas agroambientales consisten en la realización de determinadas prácticas agrarias y ganaderas sostenibles que tienen como objetivo la conservación del
medio ambiente, y que se enmarcan en el Programa de Desarrollo Rural de Castilla y León para el período 2014-2020.
Ganadería extensiva
Se trata de ayudas cofinanciadas por fondos agrícolas de la Unión Europea, de la Junta de Castilla y León y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Los agricultores y ganaderos asumen la realización de compromisos más exigentes respecto de las buenas prácticas de cultivo normales y perciben por ello un importe que varía en función de cada línea de ayuda.
Entre ellas, destacan las subdestacan venciones orientadas a prácticas ganaderas extensivas, así como otras que pretenden conservar las razas ganaderas autóctonas que se encuentra en peligro de extinción y también aquellas que favorecen la práctica polinizadora de la apicultura.
En el ámbito de prácticas agrícolas se encuentran medidas que se aplican en superficies agrarias de cultivos agroindustriales sostenibles como es el caso de la remolacha azucarera, la producción integrada, el mantenimiento de cultivos permanentes en paisajes singulares y la agricultura sostenible en los humedales de La Nava o Villafáfila.