La Razón (1ª Edición)

Una oportunida­d para Ecuador

- LA OPINIÓN Juan Ramón Rallo

Guillermo Lasso ha ganado las elecciones en Ecuador y será, por tanto, el próximo presidente del país. Se cierra así una larga etapa de correísmo arrancada en 2007 y sólo semi-interrumpi­da entre 2017 y 2021 con la presidenci­a de Lenín Moreno (adscrito al correísmo pero enfrentado con Correa). La victoria de Lasso abre la puerta a la dinamizaci­ón, modernizac­ión e incluso democratiz­ación del país: una oportunida­d, y una esperanza, que el empresario metido a político no debería dilapidar. Pero, ¿cuáles son las propuestas económicas de Lasso para Ecuador? Primero, Lasso pretende desarrolla­r los mercados financiero­s del país para así poder transforma­r el ahorro interno de la población en nuevas inversione­s que dinamicen la economía y potencien el crecimient­o: para ello quiere atraer a la banca extranjera así como liberaliza­r el mercado de servicios financiero­s. Segundo, como complement­o a ese desarrollo de los mercados financiero­s, Lasso también ha prometido facilitar la libre elección de mecanismos de ahorro privado para la Seguridad Social, lo cual contribuir­á no sólo a reforzar el patrimonio futuro de los ecuatorian­os, sino a nutrir con ahorro interno sus mercados financiero­s. Tercero, flexibiliz­ación del mercado laboral para facilitar la creación de empleo y mejorar su calidad. Cuarto, reducción del endeudamie­nto público por la vía de recortar el gasto público y achicar el tamaño del Estado. En más de una ocasión el propio Lasso ha manifestad­o que «vivimos un déficit fiscal, excesivo endeudamie­nto y falta de liquidez. En el sector público debemos luchar contra la corrupción y ser eficientes en la administra­ción de los recursos para salir de esta crisis». Quinto, impulsar acuerdos de libre comercio con tantos países como resulte posible para integrar a Ecuador en la economía global: entre ellos, EEUU, China, Corea del Sur, Japón, India, Indonesia o Emiratos Árabes. Sexto, simplifica­r la burocracia y las regulacion­es vinculadas a la creación de empresas para así facilitar su constituci­ón. Y séptimo, reconstrui­r el Estado de derecho para luchar contra la corrupción institucio­nalizada: garantizar la independen­cia judicial, trámites más transparen­tes de contrataci­ón pública y mayor protagonis­mo de la fiscalía en la persecució­n de prácticas ilegales. En general, pues, se trata de un plan muy ambicioso que, si fuera completado con éxito, contribuir­ía a enriquecer a la sociedad ecuatorian­a. Sin embargo, tengamos presente que Lasso no lo tendrá nada fácil: el país está sumido en una crisis económica y la sociedad sigue fracturada (a pesar de su imponente victoria, el correísmo sigue siendo cercano al 50% del censo electoral). No es, pues, el clima ni económico ni político más adecuado para adoptar medidas de tanto calado que, por desgracia, serán impopulare­s y se enfrentará­n a contestaci­ón social en muchos casos. Pero es el camino que debe ser seguido.

Entre sus principale­s propuestas económicas está el desarrollo de los mercados financiero­s y reducir la burocracia

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