La Razón (1ª Edición)

El segundo título sabe mejor

El holandés la ganó en 2008 con el Valencia y la afición lo «celebró» con gritos de «Koeman, vete ya»

- POR DOMINGO GARCÍA

Trece años y un día después, Ronald Koeman vuelve a ser campeón de Copa. El 16 de abril de 2008 llevó al título a un Valencia en descomposi­ción después de ganar al Getafe en el Vicente Calderón. La afición valenciani­sta celebró el título con gritos de «Koeman, vete ya». Como si les sobrara aquella Copa, aunque no volvieron a ganar un trofeo hasta 2019, precisamen­te con Marcelino en el banquillo.

Ya no existe el Vicente Calderón ni había aficionado­s del Barcelona que gritaran contra Koeman. Tampoco se le hubiera ocurrido a ninguno aunque hubiera habido público en las gradas. El preparador holandés ha llegado para pacificar al club, para poner orden en el césped sin que al equipo le afectara el caos institucio­nal y todo eso lo ha conseguido.

Tampoco vive en Barcelona una guerra con la plantilla como la que vivió en Valencia. Piqué, que aguantó 80 minutos sobre el césped a pesar de su lesión, se marchó del campo dando un abrazo a su entrenador. Lo mismo hicieron Griezmann y Mingueza cuando fueron sustituido­s. Nada parecido a lo que vivió en Mestalla, donde su llegada significó el final de la carrera de Cañizares, Albelda y Angulo. Tres símbolos del club que no volvieron a vestir la camiseta del Valencia.

A cambio, sacó del banquillo a Juan Mata, que marcó el primer gol de aquella final. Dos años después, Juanín sería campeón del mundo con España y dejaría una buena cantidad de dinero en el club con su traspaso al Chelsea. Pero eso no queda en la memoria de muchos valenciani­stas. Tampoco aquel título de Copa, que se celebró como si se celebrara una traición.

En Barcelona Koeman juega en casa. Es un símbolo del club, el jugador que marcó el gol en la final de la primera Copa de Europa que ganó la entidad, la conexión más directa con Cruyff. A pesar de todo, llegó como una solución de emergencia, un paraguas que ayudara a superar la tormenta que vivía el club.

Ninguno de los candidatos a la presidenci­a del club lo quería para la próxima temporada. Laporta no lo decía y Víctor Font hizo campaña prometiend­o a Xavi como técnico para la próxima temporada. Ahora Koeman los ha convencido a todos a pesar de la temprana eliminació­n en la Liga de Campeones.

Acabó el partido y Messi se fue a abrazarlo. No hay mayor garantía en el Barcelona de la seguridad de un entrenador en el banquillo azulgrana. Después de una temporada en blanco, el título vale más que otras veces para el Barcelona. No es un trofeo de relleno, es la vida. Y el abrazo de Leo.

Acabó el partido y Leo Messi se fue a abrazar al técnico, igual que hizo Piqué cuando fue sustituido

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