Francia investiga la radicalización del asesino de la policía
Ya son cinco los detenidos. El tunecino vio material yihadista antes de acuchillarla
Las autoridades francesas detuvieron ayer a una quinta persona en plena investigación antiterrorista para buscar posibles cómplices y los motivos que llevaran al tunecino de 37 años a acuchillar y matar a la funcionaria de la comisaría de Policía, Stephanie M. el pasado viernes.
Los compañeros de Stephanie, de 43 años y madre de dos hijos, abatieron al atacante poco después de que la apuñalara en el cuello. Ella estaba totalmente desarmada. Venía de cambiar el tiqué del parquímetro y volvía a entrar en la comisaría de Rambouillet cuando fue atacada mortalmente por el tunecino. Según las investigaciones, el atacante la siguió hasta la entrada. En una conferencia de prensa ayer, el fiscal antiterrorista Jeanfrancois Ricard indicó que la Policía estaba interrogando a un primo del sospechoso. El padre del tunecino, una pareja que le había proporcionado una dirección de correo y para otros usos, y otro primo también estaban siendo interrogados, reconoció Ricard.
El atacante, identificado por las autoridades como Jamel G., ingresó ilegalmente a Francia en 2009 y recibió sus permisos de residencia a finales de 2019, añadió Ricard. Según su padre, era un musulmán practicante, aseveró Ricard.
Lo cierto es que el tunecino había vigilado la comisaría de Policía con anticipación así como escuchado canciones religiosas que incitaban a la yihad, justo antes del ataque, como se ha podido saber gracias a los registros de su teléfono móvil. Los testigos lo escucharon decir «¡Allahu akbar!», Dios es grande, en árabe, durante el ataque. Con todo, el hombre no tenía antecedentes penales ni evidencias de radicalización, radicalización, reconoció Ricard en la rueda de prensa de ayer.
Según pudo saber este periódico, las Fuerzas de Seguridad de Francia encontraron en el teléfono móvil de Jamel G. material de tipo yihadista, en el que se incita a los actores, «lobos», solitarios a cometer atentados en Occidente. El «cibercalifato» del Estado Islámico (Daesh, Isis) difunde de forma constante publicaciones, películas y mensajes para animar a sus simpatizantes a que pasen a la acción.
Los asesinatos con cuchillo son una constante de dichas grabaciones con lo que ello conlleva de llamamiento a realizar acciones similares, en las que el sufrimiento de la víctima se prolonga en el tiempo mientras se desangra. Es una forma de visualizar una venganza más atroz.
Dos de los últimos ataques yihadistas en Francia han sido perpetrados por ciudadanos tunecinos, como el cometido el año pasado en la basílica de Niza por parte de Brahim Aoussaou, un individuo que se había colado como inmigrante ilegal por la isla italiana de Lampedusa.
Mientras, el ministro del Interior francés, Gerald Darmanin, presentará un nuevo proyecto de ley de inteligencia y contraterrorismo en una reunión del gabinete el miércoles. Ampliará las medidas que permitan a las autoridades cerrar los lugares de culto y vigilar mejor a los condenados por terrorismo cuando salgan de la cárcel.