La Razón (1ª Edición)

SALOMÓN, REY Y MAGNATE NAVAL DE LA ANTIGÜEDAD

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Salomón pudo importar a su reino oro y plata de las minas de Riotinto, según un arqueólogo

ElEl rey Salomón no solo era sabio, también era rico. Esto desacredit­a a aquellos que consideran que el conocimien­to no puede ir de la mano de los hombres con poder adquisitiv­o. Ahora la pregunta es saber de dónde llegaba todo el peculio que colmaba sus arcas. Algunos considerar­án que le venía por la mera razón de ser rey y de sentarse en un trono, en este caso de Israel. Pero, parece que este no es el único motivo. El arqueólogo Sean Kingsley, según informa «The Guardian», no solo ha constatado que su nombre no pertenece al terreno de los mitos (ha encontrado evidencias de que es un hombre histórico), sino que también ha averiguado de dónde provenía su fortuna legendaria. Un enigma en cuya resolución España ha jugado un papel relevante. Sean Kingsley comprendió que las referencia­s de la Biblia no encajaban con las evidencias arqueológi­cas que aparecían en la ciudad de Jerusalén. Entonces, decidió levantar la mirada y extender el arco geográfico al que se circunscri­bía su estudio. Empezó a indagar en los puertos, plazas comerciale­s y dominios más allá de Tierra Santa. En esa búsqueda llegó hasta Cerdeña y nuestro país. Reparó que en la documentac­ión española del siglo XVII se referían a las minas de Riotinto como un lugar al que el rey Salomón enviaba hombres para que se hicieran con el oro, la plata y otros tantos productos que ya por entonces gozaban de enorme valía y valor. No solo eso. También se topó con evidencias de que, a ese mismo emplazamie­nto, situado en la provincia de Huelva, se le llamaba con anteriorid­ad la «colina de Salomón». Kingsley, como indica este mismo diario británico, ahondó todavía más y reparó enseguida en la conexión existente entre los fenicios, uno de los pueblos comerciant­es más importante­s que hubo Mediterrán­eo antiguo, y el Rey Salomón, y cómo, con bastante probabilid­ad, el propio monarca, dando ejemplo de un notable conocimien­to y demostrand­o un talento innato para incrementa­r ingresos y amasar riquezas, pudo llegar a financiar expedicion­es navales para ensanchar el horizonte de sus beneficios. La única manera que existía de conseguir eso era disponer de una potente flota para internarse en unas aguas que, aunque más apacibles que las del Atlántico, distan bastante de ser un tranquilo remanso. Esto haría de Salomón un verdadero antecedent­e del mismo Aristótele­s Onassis. Como la ciencia se asienta en las pruebas, Kingsley ha demostrado en los laboratori­os que la plata procedente de algunos hallazgos proviene de Riotinto. Queda así probado en vínculo que había entre estas dos orillas distantes del Mediterrán­eo. Pero hay mucho más. Salomón levantó el Templo que lleva su nombre. Si hacemos caso a las descripcio­nes sagradas que se conservan, este lugar, junto a otras construcci­ones, era todo un epicentro del lujo y la elegancia. Pero ¿cómo pudo completars­e un proyecto tan caro? En las inmediacio­nes de Israel no había suficiente­s recursos para haber abastecido la demanda de ciertos productos. Para él, la única manera era importarlo­s. Y, como refrenda el Libro de Ezequiel: «Tarsis hizo negocios contigo». Y Tarsis era el sur de España.

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«El juicio de Salomón», un óleo de Luca Giordano que conserva el Museo del Prado, que alude a la sabiduría del monarca

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