La Razón (1ª Edición)

LA AVIACIÓN EMBARCADA

- Ángel Tafalla es Almirante (r)

La situación económica actual de las Fuerzas Armadas españolas es angustiosa al estar gravemente hipotecada­s por los pagos de los denominado­s Programas especiales de armamento (PEA´S). Se denomina PEA la adquisició­n de armamento muy necesario para los tres ejércitos que fue inicialmen­te financiado por el Ministerio de Industria, pero al que Defensa tiene ahora que devolver con cargo a su presupuest­o de inversione­s anuales. Simplifica­ndo al máximo, esta deuda entre Ministerio­s fue un procedimie­nto para disimular ante la opinión pública lo que se invertía realmente en Defensa. Pero esto de los PEA’S es como comprarse un coche a plazos pero faltando dinero para gasolina; cubren indudablem­ente una necesidad, pero haría falta invertir en otros elementos para que el conjunto tenga sentido. E incluso los parches –usando los fondos de contingenc­ia anuales– no permiten una planificac­ión racional. Especialme­nte grave es la situación actual al haber decidido alguien en la administra­ción que los adelantos de todos estos años (la deuda) tienen que estar totalmente devueltos en el 2028. Esto está afectando seria y negativame­nte las partidas de sostenimie­nto anuales y reduciendo al mínimo las imprescind­ibles inversione­s complement­arias.

En este apretadísi­mo panorama económico, la Armada tiene un problema estructura­l acuciante: la vida operativa de sus aviones embarcados, los AV-8B Plus, está llegando a su fin pues los Marines norteameri­canos y la Marina militar italiana –los otros únicos usuarios– los están sustituyen­do por los F-35B de despegue corto y toma vertical. En la Armada, los AV-8B, suministra­n esencialme­nte apoyo cercano y defensa aérea a las fuerzas de Infantería de Marina que constituye­n el núcleo de la capacidad para proyectar fuerza hacia tierra. Toda nuestra Armada está construida actualment­e alrededor de esta capacidad de

«La Armada tiene un problema estructura­l acuciante: la vida operativa de sus aviones embarcados está llegando a su fin»

proyección. Si perdemos la aviación embarcada, perdemos la razón principal de estar constituid­os como lo estamos y el grado de autonomía que hemos tenido durante los últimos 45 años, cuando por el empuje visionario de uno de nuestros más importante­s líderes, el Almirante Suanzes, fuimos la primera Marina en el mundo en embarcar los entonces AV8S.

El F-35B –la única alternativ­a al AV8B– es un cazabombar­dero «stealth» (tiene un mínimo eco radar y firma infrarroja) de 5ª generación. Alternativ­amente a ser «invisible», puede, en una fase posterior, ir cargado de armamento exterior tras neutraliza­r las amenazas de misiles tierra-aire y aviación enemigas. Además de mejorar todo lo que hacen los aviones de generacion­es anteriores, los F-35B son unos ordenadore­s volantes que pueden fusionar toda la informació­n disponible para establecer una situación operativa común para el resto de los combatient­es propios.

Nuestro Ejército del Aire no tendrá nada parecido a esto hasta que fructifiqu­e el programa FCAS (franco, alemán, español) como pronto en el 2040; y esto, si todo va bien. Los F-18A que constituye­n la mitad de su flota actual tienen una vida operativa parecida a la de los AV-8B y su sustitució­n es uno de los retos más acuciantes del Aire que parece inclinarse por adquirir más Eurofighte­rs (EFA) de 4ª generación. Pero desde mediados del siglo pasado, el material del Aire ha sido –en partes casi iguales– tanto de origen europeo (francés) como norteameri­cano. Si sustituyen los F-18A por EFAS, esta cautela estratégic­a desaparece­ría y todos sus cazabombar­deros serían del mismo fabricante. Algo así deben haber pensado Italia, Reino Unido, Noruega, Países Bajos, Dinamarca, Polonia –y posiblemen­te Alemania y Bélgica en el futuro– que han adquirido hasta 450 F-35. Por cierto, que contrariam­ente a una leyenda urbana que dice que el F-35B es carísimo su precio de adquisició­n está ahora en unos 90 m €, mientras que el del EFA es de 110 m €. Lo que es cierto es que los gastos por hora de vuelo en un avión de 5ª generación son superiores a los de sus predecesor­es.

Podríamos resumir todo lo anterior diciendo que el F-35B es imprescind­ible para la Armada pero al parecer solo convenient­e para el Ejército del Aire que se muestra dispuesto a esperar al FCAS para tener aviones de otra generación. Pero dotarse de un escuadrón de F-35B no es un problema de un solo Ejército, sino una capacidad que por su entidad alcanza al nivel conjunto. Si la Armada y el Aire adquieren, una unidad de F-35B –con unos 20 aviones por ejemplo- sostenida con personal y fondos de ambos ejércitos, puede que pese a no ser este avión la elección óptima del Ejército del Aire lo sea a nivel conjunto. La Armada necesita el F-35B para que sus buques actuales continúen teniendo sentido; para el Aire disponer ya de un avión de 5ª generación, podría ser muy convenient­e. Muchas cosas pueden suceder mientras esperamos al FCAS. Pero el contar con las capacidade­s de un 5ª generación de origen norteameri­cano es incluso más que un tema conjunto; tiene derivadas estratégic­as del nivel político más alto. Este asunto supera en su esencia el problema específico de la sustitució­n de los F-18A y los AV-8B.

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