«No habrá vuelco por las amenazas»
Los barones socialistas asisten con estupefacción al espectáculo de la campaña madrileña. El choque con Vox y las amenazas movilizan al votante, pero el partido interioriza que el Gobierno será de Ayuso con Vox
Si en el PSOE tuvieran que apostar hoy por el resultado de las elecciones de Madrid del 4 de mayo, a pesar del efecto, y del uso político, de las amenazas a cargos del Gobierno y al ex vicepresidente Pablo Iglesias, y del choque entre Podemos y Vox, seguirían haciéndolo a favor del Gobierno de la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, con el apoyo de Santiago Abascal.
La novedad de ayer fue la navaja, «aparentemente ensangrentada», que recibió la ministra de Industria, Reyes Maroto, en un sobre con remitente con nombres y apellidos auténticos. Esto facilitó a la Policía identificar con celeridad la autoría de este envío, que atribuyó a un hombre con problemas mentales diagnosticados.
Dirigentes autonómicos y dirigentes nacionales coinciden en que el giro de guion en la campaña madrileña no tiene la fuerza suficiente como para cambiar la tendencia de las encuestas, que está «muy estabilizada».
El discurso político camina por un lado –«vuelco a la campaña», PSOE y Podemos «dinamitan» la campaña–, pero con los datos y últimos trackings en la mano la realidad es que las fuerzas políticas no creen que los efectos reales vayan a ser decisivos, aunque todas las partes hayan entrado a jugar con las nuevas reglas.
Sí se confía en que este cambio de guion sirva para movilizar voto de izquierdas, a pesar de que no llegará a ser suficiente como para evitar que Isabel Díaz Ayuso siga siendo la presidenta de la Comunidad de Madrid. En esto coinciden en el PSOE con el PP, donde también estiman que el cambio en el eje de la campaña, a una semana de que se vote, no tiene fuerza suficiente como para frenar la victoria de su candidata.
Dentro del ruido general, los pulsos más importantes se siguen librando dentro de cada bloque. Los socialistas han echado mano del Gobierno en pleno para seguir la estela del choque de Pablo Iglesias con Vox y evitar que sea el líder morado el que capitalice los réditos de ese enfrentamiento y de enarbolar la bandera contra «la extrema derecha». Y esto conlleva un riesgo de desgaste para el presidente, Pedro Sánchez, y para sus ministros, que asumen porque en Madrid se decide mucho más que un Gobierno regional. De la noche del 4-M se sacarán conclusiones sobre la relación de fuerzas entre el PSOE y Podemos y sobre la propia fuerza de Sánchez para plantearse una convocatoria de elecciones generales. Además del temor en estos dos partidos a una fuerte subida de Más Madrid. La candidata, Mónica García, despuntó en el único debate con todos los candidatos, y su proyección preocupa en Podemos y en el PSOE.
Los gabinetes de encuestas trabajan a marchas forzadas para emitir un primer juicio fundado respecto a las consecuencias de este «recalentamiento» de última hora de la campaña, en el que Vox y Podemos se han repartido «papeles» dentro de un interés compartido por hincar la cabeza en el fangoyenlacrispaciónpararecuperar apoyos en su propio bloque. «Podemos ganar voto, pero no vamos a frenar el Gobierno de Ayuso», sentencian en la organización socialista antes de conocer estas últimas encuestas sobre unas elecciones que, a pesar de ser autonómicas, se presentan en clave nacional.
Fuera de Madrid escandalizan los términos a los que se ha llevado la campaña en las circunstancias en la que se encuentra el país. «La realidad social no tiene nada que ver con la discusión sobre democracia, fascismo, comunismo o libertad». Pero el mismo presidente autonómico que hace esta precisión también admite que Moncloa ha entrado por esta puerta porque tapa el debate sobre la gestión y porque, además, cree que le puede servir para debilitar en el futuro a Pablo Casado. «Ayuso puede ganar en Madrid. Pero la imagen de Vox que salga de esta campaña le hará las cosas más difíciles a Casado».
Y un dato más que explica los hechos: en Moncloa están en la tesis de que no deben ni confrontar con Podemos ni dejarles a ellos la oposición a Vox si quieren aspirar de verdad a recuperar voto de Iglesias en las próximas generales. Por eso, aunque el populismo haya que combatirlo «con otro poco de popu
Los socialistas quieren evitar que Pablo Iglesias sea quien capitalice los réditos de su enfrentamiento con Vox
La tesis de Moncloa es que, aunque el populismo haya que combatirlo «con otro poco de populismo, merece la pena»
historia le viene genial al ex vicepresidente, que vuelve a brillar en las portadas después ocupar la última posición en las encuestas.
Digamos que el episodio de las balas le cae a Iglesias como un maná. Como si hubiera sido el único episodio violento en una campaña electoral. Como si no nos acordáramos del día en que le pegaron a Mariano Rajoy, rompiéndole las gafas. O cuando le enviaron balas a Javier Arenas y a Rita Barberá. O el escrache a Soraya, en la puerta de su casa, justificado
como «medicina democrática» por el líder morado.
Claro que Rajoy, Arenas, Barberá y Soraya eran fascistas, y a los fascistas es un deber pegarles, enviarles balas, insultarles y escrachearles en la puerta de sus domicilios y delante de sus hijos. Pero a Iglesias en Galapagar, no. Allí hay que poner una garita con dos docenas de policías y guardias civiles. Que por algo él no es fascista, sino comunista. Y los comunistas pueden incluso hacer el gesto de disparar con la mano en la Asamblea