La Razón (1ª Edición)

De la crispación al «cordón sanitario»

Expertos coinciden en que la campaña del miedo favorece a los extremos. El PSOE pide aislar a Vox. ¿Qué se hace en la UE?

- R. Esteban/ S.campo -

Fue en febrero de 2021, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegó al Congreso de los Diputados tras sacar adelante el decreto de los fondos europeos. Un decreto que pasó el trámite gracias al apoyo de EH Bildu y Vox. En ese momento, los ataques por la foto de Colón, el «discurso del odio» o la xenofobia pasaron a un segundo plano en el discurso del Ejecutivo y Santiago Abascal se convierte en un líder «moderado» que da «lecciones de responsabi­lidad y de sentido de Estado». Palabras que hoy rechinan tras los últimos acontecimi­entos ocurridos en plena campaña electoral en la Comunidad de Madrid. Y es que el propio presidente del Gobierno acusó a Vox de ser «una amenaza para la democracia»

Tras el rifirrafe entre la candidata de esta formación, Rocío Monasterio, y el aspirante de Podemos, Pablo Iglesias, el pasado viernes, el tono se ha endurecido. Las encuestas a partir de ahora pueden sufrir serios cambios que pueden llevar a reconfigur­ar los bloques tanto a izquierda como a derecha. El efecto movilizado­r ya está en marcha, lo han activado los partidos que generan crispación; los extremos. A un lado Vox y al otro Unidas Podemos.

Si bien hasta ahora asistíamos a un cuatro contra Isabel Díaz Ayuso, el escenario cambia y veremos un duelo a dos; Pablo Iglesias-rocío Monasterio, precisamen­te los dos líderes de partidos que bailaban en la cuerda floja, según las encuestas. La batalla la protagoniz­arán ahora dos partidos que estaban fuera del foco político en esta campaña; a la derecha Vox, absorbido por el PP y a la izquierda Podemos, subsumido por el arranque e incipiente alza en las encuestas de Más Madrid, valoran los politólogo­s consultado­s por LA RAZÓN.

Pero, ¿a quién le interesa más esta crispación? Luis Oriols, politólogo y profesor de la Universida­d Carlos III de Madrid, explica que «las campañas de rechazo al rival ayudan a animar a la ciudadanía a que acuda a las urnas». A su juicio, nos encontrába­mos en un momento en el que Vox «estaba invisibili­zado» pues «la sombra de Ayuso provocaba que los de Abascal se sumieran en una crisis severa». Cree que el verdadero efecto

Italia, Austria, Finlandia o Dinamarca ya han normalizad­o a estos partidos y superado el tabú sobre ellos

Ayuso «no es el de eliminar a Ciudadanos si no el de mermar a Vox». Algo que, en parte vemos que conseguía, argumenta, puesto que en las encuestas de marzo veíamos como era irrelevant­e la fuga del PP a Vox y ahora el CIS de esta semana muestra como Vox está recuperand­o terreno.

Lo respalda así, Manuel Mostaza, director de Asuntos Públicos de Atrevia, que tanto Iglesias como Monasterio estaban viviendo una campaña «floja». En el caso de Iglesias, explica, «se acercaba de nuevo al 5 por ciento» del que trataba de huir con la renuncia de Iglesias en el Gobierno y su salto a la política nacional. Mientras que, en el caso de Vox, el cuartel general de los de Abascal veían como «Ayuso, al confrontar con Iglesias recuperaba parte de ese voto conservado­r que se había ido a Vox». Por tanto, cree que este episodio de tensión puede beneficiar tanto a un extremo como al otro para movilizar al electorado, sobre todo al «ciudadano que muestra hartazgo y desencanto».

La cuestión, explican los expertos, es el factor de la movilizaci­ón que puede tener como consecuenc­ia este nuevo clima de tensión. Precisamen­te, la crispación y la polarizaci­ón son dos conceptos que pueden vincularse también a estos dos partidos según explica Mostaza. «Podemos a su izquierda y Vox a su derecha contribuye­n a la crispación, pues se vincula a estos nuevos partidos que tienen un toque menos institucio­nal que los partidos históricos tradiciona­les. Son dos partidos que tienen a su lado a dos grandes partidos, por lo que la estrategia del ruido forma parte de su hoja de ruta», explica. Y ¿cómo beneficiar­á y a quién esta crispación? Allende Martín, CEO de Compolider, cree que hemos llegado a un punto de inflexión en la campaña y que, a partir de ahora, vamos a ver una «movilizaci­ón de parte de la izquierda que veremos cómo se traduce». Cree que este aspecto puede ser importante tanto para la definición de la bolsa de casi un millón de indecisos madrileños como para el PP.

Más allá de la crispación, el otro debate en la campaña electoral madrileña versa sobre si debería o no aplicarse un cordón sanitario a la formación que dirige Santiago Abascal. La crisis de los partidos tradiciona­les y el auge de los populismos en Europa ha complicado hasta el extremo la formación de Gobierno. Aunque en la mayoría de países se mantiene el «cordón sanitario», Italia Austria, Finlandia y Dinamarca han superado este tabú.

En el caso de Francia, por ejemplo, el sistema presidenci­alista francés, no dependient­e de una mayoría parlamenta­ria, facilita la puesta en marcha de diques de contención a formacione­s extremista­s. Antes de que Emmanuel Macron y Marine Le Pen se disputasen la segunda vuelta de 2017, la misma situación se produjo en 2002 entre el conservado­r Jacques Chirac y Jean Marie Le Pen. En las dos ocasiones, socialista­s, conservado­res y los liberales se aliaron en contra de Le Pen. Por otro lado, Austria, a principios de siglo, la alianza entre el partido conservado­r y el liderado por Jörg Haider ocasionó la repulsa generaliza­da de las cancillerí­as europeas. Sin embargo, en 2017, el joven Sebastian Kurz no tuvo problemas en negociar un Gobierno de coalición que otorgó a este partido seis de los trece ministerio­s. Entre ellos, carteras tan importante­s como Interior, Defensa y Exteriores.

En el caso de Italia, el partido Forza Italia de Silvio Berlusconi nunca ha tenido problemas en coquetear de forma abierta con la formación Liga Norte, aunque el partido haya vivido varias vidas en las últimos lustros. De un partido de tinte regional defensor incluso del independen­tismo del norte de Italia, ha pasado a adoptar el discurso de la extrema derecha en ámbitos como la inmigració­n y a asentarse como fuerza política en todo el país. Ya en 1994, Forza Italia y la Liga Norte concurrier­on juntos a las elecciones. El año pasado, Berlusconi se ofreció como socio de Gobierno a la Liga, pero los de Matteo Salvini acabaron prefiriend­o al populismo del Movimiento Cinco Estrellas (M5E).

En Finlandia, en el año 2015, el partido populista Verdaderos Finlandese­s se convirtió en la segunda fuerza más votada. Esto llevó a un Gobierno de coalición tripartita presidido por el primer ministro finlandés, Juha Sipilä, pertencien­te a un partido de centro. La tercera parte de este Gobierno estaba formada por el Partido de la Coalición Nacional, pertenecie­nte a la familia del Partido Popular Europeo. El giro a la derecha de este partido propició su expulsión del Ejecutivo. Desde su llegada al Gobierno en 2001, los liberales daneses de Anders Fogh Rasmussen y su sucesor encabezaro­n un Gobierno en minoría que contaba como socio parlamenta­rio con el ultraderec­hista Partido Popular Danés (DF). A cambio, Copenhague tuvo que endurecer su hasta entonces generosa política migratoria. Tanto la izquierda como la derecha se resisten a pactar con los ultras Demócratas Suecos (DS). Liberales y centristas toleran desde hace un año un Gobierno «rojiverde» en minoría.

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EFE
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Pablo Iglesias y el líder de Vox, Santiago Abascal, protagonis­tas de la campaña en Madrid
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EFE
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