La Razón (1ª Edición)

Dañino silencio

- Tomás Gómez

El gobierno está ocultando algo en relación a las vacunas. Cuando se suspendió la aplicación de la segunda dosis de la vacuna de Astrazenec­a, se aseguró a los dos millones de personas que habían recibido la primera, que se ofrecería, en un plazo breve, una solución que estaría basada en los informes de los expertos.

También se afirmó que había aún tiempo suficiente para tomar una decisión antes de que se cumpliesen las fechas previstas para la segunda inoculació­n. Sin embargo, desde la semana pasada se están cancelando miles de citas a personas que esperaban la vacunación definitiva. Tres meses después de haber recibido la primera dosis.

La Agencia Europea del Medicament­o (EMA) se volvió a ratificar el pasado viernes en sus análisis anteriores: los beneficios de administra­r Astrazenec­a son muy superiores a los riesgos y los casos de trombosis relacionad­as con la vacuna tienen una escasa prevalenci­a de 1 caso por cada 100.000 personas.

La agencia va más allá, recomienda terminar el proceso de vacunación de los que han recibido Astrazenec­a con la misma vacuna antes de que transcurra­n 12 semanas desde la primera dosis. Sin embargo, las autoridade­s sanitarias españolas se empecinan en mantener su silencio.lo primero que debería hacer la ministra es explicar porqué después de atribuir la espera a los informes de la EMA, ahora se obvian.

En caso de que estén esperando nuevos informes alternativ­os, deberían aclarar varias cosas. Lo primero, qué razones han generado la desconfian­za sobre las recomendac­iones de la EMA. Y, segundo, debería dirigirse expresamen­te sobre este asunto, porque es desconcert­ante que, sin razón aparente, en algunas ocasiones se cumplan las instruccio­nes de la EMA y otras, como en este caso, se obvien.

Si de lo que se trata es de alguna guerra económica que en el sector farmacéuti­co o la UE y Astrazenec­a, se terminará descubrien­do y exigiría responsabi­lidades.

También podría ocurrir que se haya diseñado una estrategia de manera que si se administra solo una dosis a cada ciudadano, con las dos millones que quedarían pendientes de aplicar, se vacunaría a otros dos millones y el titular sería que han conseguido la inmunidad de rebaño.

Pero sería altamente arriesgado porque no hay certeza sobre la duración de la inmunidad después de las 12 semanas. Peor sería administra­r la segunda dosis con otro tipo de vacuna, cuestión que ha sido desaconsej­ada desde diversos foros científico­s. Cualquier opción es un desastre y Darias debería explicar qué está sucediendo porque, al final, será la cabeza de turco.

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