La Razón (1ª Edición)

«ABASCAL HA DADO UNA LECCIÓN DE RESPONSABI­LIDAD Y SENTIDO DE ESTADO» ("#$%#%&)

- Alfredo Semprún

No estoy muy seguro, señor presidente, de que recuerde las frases de lisonja que le dedicó al líder de Vox, Santiago Abascal, en una sesión parlamenta­ria a propósito de los fondos europeos, pero tengo algún que otro conocido que las guarda anotadas en uno de esos papelillos amarillos a la espera de poder inmortaliz­arlas en bronce. Y no le extrañe, porque no habrá, créame, mejor retrato de su época y de su manera de entender la política como la mejor vía a la autosatisf­acción. Es cierto que el señor Abascal, con la abstención de su grupo, hizo el canelo, pero, en su descargo, no sabía lo del informe del Consejo de Estado, que tenía usted guardado en un cajón, y, realmente, creía que importaba más la pronta llegada de los fondos europeos que la pugna partidista. Craso error, como habrá podido comprobar en esta campaña madrileña, donde nuestra vieja izquierda se está superando a sí misma en el ejercicio de sus más preclaras habilidade­s: la sobreactua­ción, con ribetes de diva histérica, y el empleo de la tinta de calamar. Pero vamos a lo que importa, que es la certeza de que nos gobierna un señor que se cree en posesión de la verdad absoluta y al que, por lo visto, sólo le vale el elogio, eso sí, venga de donde venga, y que, en consecuenc­ia, es capaz de desatar todos los males del infierno dialéctico en cuanto aparece alguien que le lleva la contraria. Y así, el mismo que se acostó una noche como hombre de estado y adalid de la responsabi­lidad pública, se despierta otro día convertido en un peligroso fascista que pone en riesgo la democracia y las libertades. Sin duda, algún sector del electorado acabará por comprar esa mercancía averiada, pero no es eso lo que debería preocuparn­os, sino hasta dónde puede llevarnos esa estrategia de la crispación, del insulto a la inteligenc­ia y de la falsedad que, cronología y hemeroteca­s cantan, jalonan su paso por la política española. Porque, incluso, se puede convivir con las cosas de Iglesias y de Mónica, pero se hace cuesta arriba cuando la puñalada trapera llega hasta las páginas del BOE.

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