La Razón (1ª Edición)

UN GOL DE BENZEMA FRENA AL CHELSEA (1-1) Y DEJA TODO PARA LA VUELTA

El Chelsea le tuvo contra las cuerdas durante media hora, pero el gol de Benzema igualó la pelea

- José Aguado -

Pudo ganar al final el Madrid un partido en el que estuvo contra las cuerdas y lo pasó muy mal durante media hora. Pero la Champions consiste en sobrevivir en los malos momentos y aprovechar los que tengas a favor. Y eso lo hace como nadie el grupo de Zidane. Tiene que meter un gol en Londres, por lo menos, el miércoles de la semana que viene, pero llega con todas las opciones y con la sensación de que por qué no va a hacerlo. Acabó dominando el partido, con más cuerpo que el rival y con más seguridad. Se rehizo y cualquier cosa puede pasar ahora.

Lo primero que hizo el Chelsea en la eliminator­ia fue cambiarle el campo al Madrid. El equipo de Zidane tiene unas tradicione­s que le van bien y le gusta atacar en la segunda parte en la misma portería. Pero el Chelsea ganó el sorteo del saque y eligió campo: justo lo contrario a lo habitual. Es un detalle: iba a hacerle la vida imposible al Madrid. Duró media hora el sufrimient­o, con Kanté ganando en el centro del campo y Pulisic eligiendo dónde hacer daño. Hizo un gol el equipo de Tuchel y fue tal su dominio que pareció un daño menor. Entre las que sacó Courtois y las que fallaron los delanteros, el Madrid se vio más o menos vivo cuando podía estar pidiendo que la eliminator­ia se acabase ya.

Fue Benzema el que le devolvió a la vida tras una jugada ensayada en un saque de esquina. Apenas había dado noticias el equipo de Zidane en el área rival, pero eso era suficiente para empatar el partido y tomarse un respiro. Lo necesitaba porque se les estaba yendo la esperanza. El delantero que no era delantero es una garantía en este equipo.

Sabía el Madrid el partido que le esperaba: un rival muy ordenado atrás, muy profesiona­l y con unas transicion­es mortales, pero no supo como atajarlo. Zidane salió con tres centrales porque es así como se siente seguro en los momentos importante­s. Pero había un problema: en el lateral izquierdo, para ayudar a Nacho, no estaba Mendy, el titular era Marcelo. Y por ahí hizo sangre el Chelsea, martillean­do sin parar durante el primer tiempo. El brasileño jugó el primer partido de Champions y no ha vuelto a ser titular en Europa hasta esta ida de la semifinal. No tiene ya físico para volver y el partido exigía una intensidad a la que no respondió. Pulisic acabó desfondado y su cambio en la segunda parte hizo más débil a los ingleses.

El Chelsea te pide atención sin parar y al Madrid le costó atar cabos para no descoserse. En cuanto Casemiro se movía un poco de su posición para dejar a Kroos sacar la pelota, Kanté saltaba para ocupar todo el espacio, correr y atrapar a los de Zidane a contrapié, corriendo para atrás y acogiéndos­e a Courtois para que el daño no fuese mortal. El portero respondió porque está en un momento espectacul­ar y cuando se abre de piernas no queda espacio para meter la pelota. El Chelsea se volcó por la banda izquierda del Madrid sin disimulo e hizo pequeño al equipo que había superado al Liverpool por su fortaleza física y su solidez defensiva.

Courtois sostuvo al equipo al principio y después Militao se convirtió en el líder de la defensa de tres del Madrid

Kanté corrió como los tres centrocamp­istas del Madrid juntos. Con Pulisic hizo mucho daño por el lado izquierdo blanco

Sergio Ramos se desgañitab­a desde la banda, pero no había manera. Después creció el equipo y crecieron también Militao y Varane. Lo del brasileño es de estudio. Era un defensa sin personalid­ad y arrasado por las dudas y ahora es el que grita en el campo. Pedía a los suyos que no se echasen atrás cuando el Chelsea se acercaba y daba órdenes como un veterano. Salga como salga este curso, lo de Militao es el gran descubrimi­ento.

Vinicius, como siempre, era la solución, la vía de escape para intentar dar miedo, que el Chelsea sintiese que podía sufrir si seguía llegando a la portería rival

con tanta alegría. Tuchel lo sabía y por eso situó al español Azpilicuet­a en la banda derecha. Hizo de todo: subir al ataque, ayudar en el centro del campo y tapar las carreras de Vini. Cuando el brasileño fue cambiado por Hazard, Tuchel también quitó a Azpilicuet­a.

El gol de Pulisic fue la consecuenc­ia lógica. Podía haber no sido si el Madrid hubiese presionado la salida de balón y si Nacho no hubiera buscado tapar portería. Tenía que haber ido a por el rival y no dejar a Courtois esa responsabi­lidad.

Empezaba a llover en Valdebebas y se temía una tormenta de goles. Sin embargo, el tanto de Benzema estabilizó el partido hasta el final. El Chelsea fue perdiendo fuelle y aunque Kanté seguía apareciend­o por todos lados, ya no parecía correr tanto como los tres centrocamp­istas blancos juntos.

Pudo el Madrid hacer posesiones largas y seguras, tomar confianza y, poco a poco, plantar cara al rival. Zidane buscó con Hazard un ataque más estático y Tuchel daba oxígeno a los suyos con tres cambios a la vez. No pasó nada más en el marcador.

El Chelsea tiene una pequeña ventaja. Pero el Madrid está vivo y eso no es poco.

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RUBÉN MONDELO Benzema celebra el gol con el que el Madrid igualó la ventaja inicial del Chelsea
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