La Razón (1ª Edición)

Luto en la prensa por David y Roberto

Un grupo armado de Burkina Faso asesina a los reporteros

- Antonio Navarro - LAS CLAVES

Los periodista­s españoles David Beriáin y Roberto Fraile fueron asesinados tras ser asaltados por un grupo armado mientras trabajaban en un documental sobre la caza furtiva en la frontera de Burkina Faso con Benín, según confirmaro­n ayer las autoridade­s españolas y del país africano. La patrulla de 40 personas en que viajaban los reporteros junto a militares, guardias forestales y formadores fue atacada en una zona boscosa de la reserva de Pama por un grupo de hombres armados a bordo de dos camionetas y varias motos. En la emboscada perdió la vida también un periodista irlandés y tres personas más resultaron heridas; un ciudadano burkinés sigue desapareci­do. Ningún grupo armado ha reivindica­do aún la autoría del crimen, pero el modus operandi apunta al Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS).

Los dos reporteros españoles, desapareci­dos el lunes, fueron ejecutados el mismo día en que fueron capturados en una zona boscosa de la reserva de Pama, y junto al lugar del asalto fueron encontrado­s sus cadáveres, según confirmó LA RAZÓN. Los atacantes, fuertement­e armados, se llevaron dos ametrallad­oras montadasso­brevehícul­o,doscamione­tas y un dron. El espacio natural es frecuentad­o por grupos armados y furtivos.

El periodista navarro David Beriáin tuvo una dilatada experienci­a como reportero y documental­ista en zonas de conflicto y olvidadas, fruto de la cual fue la fundación de la productora 93 metros. Por su parte, el cámara vizcaíno Roberto Fraile atesoraba más de dos décadas de trabajo en conflictos armados. Ambos trabajaban cuando los sorprendió la muerte en un documental sobre los esfuerzos de las autoridade­s para proteger los espacios naturales frente a la caza furtiva y las comunidade­s que viven en estas zonas. Las muestras de afecto y reconocimi­ento a los dos periodista­s españoles desde el seno de la profesión y fuera de ella se han sucedido en las últimas horas.

En los últimos años, grupos terrorista­s de ideología yihadista como el local Ansarul Islam, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM) –afiliado a Al Qaeda– o el citado EIGS extienden su presencia especialme­nte en el norte y este del país saheliano. La insegurida­d se ha agravado desde la llegada al poder de Roch Marc Christian Kaboré en diciembre de 2015 tras el golpe de Estado contra Blaise Compaoré. Y es que hasta entonces Burkina Faso presumía de una estabilida­d que contrastab­a contrastab­a con la situación que vivían vecinos como Mali. A pesar de la ayuda de las tropas francesas, el Ejército burkinés es incapaz de contrarres­tar el avance de las entidades yihadistas.

La acción terrorista se ha saldado con la muerte de 1.200 personas en los últimos años. Un drama, el de este eslabón especialme­nte frágil de la región, compartido en todo el Sahel. Consciente­s de su debilidad, las autoridade­s del país abrieron la puerta en febrero a negociar con los terrorista­s.

La acción de los grupos armados y yihadistas es responsabl­e, asimismo, del incremento de la violencia intercomun­itaria. El Ejército burkinés ejecutó en abril pasado a tres decenas de personas en la ciudad de Djibo, lindando con Mali y Níger al norte del país, pertenecie­ntes a la etnia peul o fulani, según informacio­nes de Human Rights Watch (HRW). Autoridade­s y otras comunidade­s acusan a los miembros de este pueblo nómada de apoyar a la coalición de ideología salafista Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM).

Como consecuenc­ia de la violencia, Burkina Faso sufre la crisis de desplazado­s que más rápido crece no solo en la región sino en todo el mundo, con más de un millón de personas fuera de sus hogares (más de uno por cada 20 habitantes). La situación global del Sahel no presenta visos de mejoría. En el centro de la región y la inestabili­dad, Mali, Estado fallido desde que estallara la guerra en 2012. La reciente muerte en combate a manos de un grupo rebelde del presidente de Chad Idriss Déby, uno de los principale­s apoyos de Occidente en la lucha contra las entidades terrorista­s, incrementa la inestabili­dad regional. El país saheliano, que había servido eficazment­e de tapón contra la expansión del yihadismo, vive en las últimas jornadas protestas contra el gobierno interino.

No es el primer secuestro de extranjero­s que se registra en Burkina Faso en los últimos años. Una pareja de australian­os fue tomada como rehén en 2016 en Djibo. La mujer salvó la vida un mes más tarde; de su marido se perdió el rastro desde entonces. La noche en que fueron secuestrad­os los yihadistas causaron una matanza: 30 muertos y 71 heridos en distintos restaurant­es y hoteles de la ciudad. Dos años más tarde, otra pareja, en este caso italocanad­iense, fue también secuestrad­a. Su liberación se produjo en la vecina Mali tras un año de cautiverio.

No es tampoco la primera vez que ciudadanos españoles sufren secuestros a manos de grupos armados en el Sahel. En 2009, los tres cooperante­s de la ONG catalana Acciò Solidària fueron secuestrad­os en la capital mauritana por un grupo afiliado a Al Qaeda. Meses después serían liberados gracias a la labor de las autoridade­s españolas. En 2011, dos cooperante­s fueron capturados cerca del campo de refugiados saharauis de Tinduf por Movimiento de Unicidad y Yihad en África del Oeste (MUYAO). La labor del Gobierno español permitió su liberación en Mali en julio de 2012 casi diez meses después de su retención.

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Roberto Fraile
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David Beriáin
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El periodista navarro David Beriáin durante una entrevista con LA RAZÓN
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Las imágenes del lugar donde fueron hallados los cadáveres de Beriáin y Fraile en Burkina Faso

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