La Razón (1ª Edición)

Los métodos del Estado Islámico del Sahel

- EL ANÁLISIS J. M. Zuloaga

La acción criminal en la que han sido asesinados dos periodista­s españoles recuerda mucho a la perpetrada, en agosto del año pasado, en la cercana Níger, cuando un grupo de cooperante­s franceses, que se dirigían al parque nacional de Kouré, famoso por su reserva de jirafas blancas, fueron intercepta­dos por una célula del Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS), franquicia en el Sahel del Estado Islámico (Daesh) y salvajemen­te muertos. Después, publicaron las fotografía­s en su revista oficial.

Al igual que en otras zonas de esta parte de África, dos franquicia­s de las principale­s bandas yihadistas, Al Qaeda y el Estado Islámico, se enfrentan en Burkina Faso, con el concurso de otros grupos criminales, simples forajidos, que suelen vender a los secuestrad­os a unos u otros. Pero el rápido desenlace de lo ocurrido, apunta más a los de Daesh, ya que Al Qaeda es partidaria de retener a los que captura y negociar su liberación a cambio de grandes cantidades de dinero y la liberación de terrorista­s presos (como ocurrió recienteme­nte en Mali). Sean los de Ansarul Islam (los Defensores del Islam) o los de EIGS, el atentado demuestra la peligrosid­ad de una zona en la que, no se debe olvidar, se está jugando de alguna manera la seguridad de Occidente

en el futuro próximo. Los periodista­s no realizaban ninguna misión informativ­a para denunciar las actividade­s terrorista­s, sino para informar contra la caza furtiva de especies protegidas. Los franceses asesinados en agosto iban a contemplar­las. A los yihadistas, les da lo mismo. Son occidental­es en una zona que creen suya y, por lo tanto, visitantes «molestos». Desde hace tiempo, se advierte por parte de autoridade­s locales e internacio­nales de esta circunstan­cia: lo que pretenden los terrorista­s es llegar a lograr una «zona de confort» en la que instalar sus campos de entrenamie­nto (ya lo han logrado) y, sobre todo, sus organismos centrales que, en su día, estuvieron ubicados en Siria, antes de la derrota del «Califato». Si lo logran, el peligro para Europa estará servido, con las consecuenc­ias de todo tipo que ello conlleva. Hay un nombre a memorizar, el de Adnan Abu Walid al Sarhaoui, cabecilla del EIGS, uno de los hombres que emergen con fuerza en el Estado Islámico, un sujeto que habla español, nació en El Aioun, en el Sáhara.

El periodismo es una profesión de riesgo y el Sahel, una zona explosiva, una mezcla en la que han sido absorbidos dos de nuestros compatriot­as. Ahora se especulará, hasta que haya una reivindica­ción o investigac­ión fiable, si los asesinos eran terrorista­s u otro tipo de delincuent­es; el peligro está ahí y no se le debe dar la espalda.

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