UNA ISABEL II VIRTUAL Y REAL
LaLa casa real británica facilitó ayer imágenes de la reina Isabel II en plena actividad, aunque lo novedoso en esta ocasión –ya había regresado a sus obligaciones como jefa de la casa real tras los cinco días de luto observados por la muerte de su esposo el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, fallecido el pasado 9 de abril a los 99 años de edad– ha sido, aparte del medio empleado, el renovado aspecto que presentaba, con un vestido estampado y maquillada, una imagen alejada de la última que se difundió, vestida de luto riguroso y una expresión de tristeza y abatimiento. En su retorno al trabajo oficial, Isabel II mantuvo sendas audiencias con las nuevas embajadoras para Reino Unido de Letonia, Ivita Burmistre, y Costa de Marfil, Sara Affoue Amani, que presentaban sus acreditaciones diplomáticas. Virtualmente, claro. Las embajadoras depositaron sus credenciales sobre una mesilla mientras conversaban con la reina, sólo presente a través de la pantalla de un ordenador. El acto oficial de ayer tuvo lugar en el Palacio de Backingham de Londres, pero la reina estaba en el castillo de Windsor, su residencia oficial desde comienzos de enero del año pasado, elegida por el Gobierno para protegerla mejor ante la amenaza de pandemia, como se hizo con el resto de la familia real. No es la primera vez que Isabel utiliza las nuevas tecnologías de la comunicación, escenario en el que se desenvuelve con evidente soltura. Ya había empleado la videollamada a principios de diciembre del año pasado, también para recibir a los nuevos embajadores.