La Razón (1ª Edición)

Llull lidera un milagro

El base y el orgullo del Madrid, claves de la heroica remontada en el último periodo para forzar el cuarto partido ante el Efes

- Mariano Ruiz Díez -

Cuando la temporada en Europa expiraba, Llull y el Madrid se empeñaron en que querían más. Al menos otra oportunida­d. «Siempre he creído en este equipo y cuando vistes esta camiseta tienes que pelear hasta el final», aseguraba el base en DAZN con los ojos fuera de las órbitas después de una remontada monumental. Con el Anadolu Efes habiendo abusado durante dos partidos y los tres primeros cuartos del tercero, el Madrid tiró de orgullo para seguir vivo al menos 48 horas más. Del -27 en el primer partido se pasó al -23 en el segundo y a una desventaja de quince puntos en el tercero (30-45 en el arranque del tercer periodo). Cuando la eliminator­ia expiraba, el Madrid resucitó agarrado a Llull, a su carácter, al orgullo y a un acierto exterior que no había existido en toda la serie. En el capítulo que durante muchos minutos anunciaba la despedida, otra vez sin Tavares por sus problemas en el pubis, el Madrid compitió por primera vez en toda la eliminator­ia y culminó una remontada que muy pocos al margen del equipo esperaba.

Los quince puntos de desventaja después del descanso y la sensación de dominio mostrada por los turcos tenía a los de Laso con la soga al cuello. La historia se repitía. Daba igual que Larkin se hubiera tomado la tarde libre, Beaubois (18 puntos) y sobre todo Micic (29 puntos, 6 asistencia­s y 3 rebotes) hicieron lo que quisieron. El serbio manejó el partido a su antojo hasta que Llull alzó la voz y el Madrid se enganchó al alma de su equipo. Fue en un último cuarto digno de las mejores noches europeas de la «era Laso». Con el Efes mandando siempre por una diferencia que rondaba los diez puntos, Llull empezó a soltar la muñeca. Comenzó de manera intermiten­te. Intercalan­do errores con algunos aciertos hasta que se desató y el efecto contagio en el equipo fue inmediato. Ayudaron y mucho las defensas alternativ­as que planteó Laso. El Efes dejó de anotar con la facilidad que lo llevaba haciendo toda la serie. Micic dejó de gobernar el partido y de un 61-74 se pasó a una igualdad desconocid­a gracias a un parcial de 11-2 (72-76) con poco más de dos minutos por delante. Llull se había desatado como los días en que el Wizink enloquecía, sus compañeros empezaban a creer y la sensación de superiorid­ad de los turcos durante más de 110 minutos se evaporó. Un triple más de Llull –el cuarto– y otro de Rudy –el primero en cinco intentos– pusieron al Madrid por delante a menos un minuto para acabar. Lo que parecía poco menos que un milagro era una realidad. «Pedí a los jugadores defender los últimos cinco minutos y estaban muertos. Será una victoria que recordaré», decía Laso. Los turcos se quedaron maniatados y la serie sigue viva... de momento hasta mañana.

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