La Razón (1ª Edición)

Campaña tóxica

- Juan Ramón Rallo

«Ha sido Iglesias el que ha imprimido un tono crispado y frentista a esta campaña»

LaLa campaña a las elecciones autonómica­s de Madrid es una de las más tóxicas que podamos recordar. Que haya llegado a entrar en escena la violencia política, y que se le haya querido imputar precipitad­amente la misma a una determinad­a formación política (Vox) para, de rebote, deslegitim­ar a aquellas otras que se abren a pactar con ella (PP) es un claro síntoma de esta toxicidad. La cuestión, claro, es por qué hemos llegado a esta situación, a saber, cómo la campaña ha terminado dando un giro tan deplorable en el que la misma esencia de la democracia parece estar en juego. Los habrá que le echen la culpa de lo acaecido a Vox: probableme­nte porque, a su juicio, la mera existencia de la formación verde ya suponga una afrenta que genere provocació­n, indignació­n y crispación. Pero, en realidad, Vox y Monasterio ya concurrier­on a las elecciones autonómica­s de 2019, en medio de un clima político igualmente tenso (hacía pocos meses de la foto de Colón), y ni remotament­e vivimos una campaña tan desagradab­le, e incluso violenta, como la presente. Lo mismo cabe decir de Ayuso («la ultraderec­ha de la ultraderec­ha», en recientes palabras del líder de Podemos), quien ya se presentó en 2019 con un fondo y unas formas harto parecidas a las actuales. Lo que realmente ha cambiado desde entonces ha sido la presencia de Iglesias en estos comicios (también la de Edmundo Bal o Mónica García, pero su influencia en la crispación ha sido prácticame­nte nula) y, por tanto, lo que sí cabe pensar es que ha sido Iglesias el que ha imprimido un tono crispado y frentista a esta campaña. No es casualidad: Podemos estaba de capa caída en las encuestas y necesitaba «tensionar» el debate político para movilizar a sus votantes. Es una estrategia que ya emplearon exitosamen­te en otras elecciones (por ejemplo, en las generales de 2019 apelando a las cloacas del Estado) y a la que vuelven a recurrir en estos momentos. Ojalá en esta ocasión no les salga bien: los políticos sólo aprenden y se disciplina­n cuando su comportami­ento les hace perder votos (o, al menos, no ganarlos). Si Podemos y, en menor medida, el PSOE sufren un batacazo electoral el próximo 4 de mayo, quizá comiencen a replantear­se su estrategia electoral basada en la extrema polarizaci­ón social.

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