La Razón (1ª Edición)

SACRISTÁN: «¿MIGUEL BOSÉ? NO PIERDO EL TIEMPO CON IMBÉCILES»

«¿MIGUEL BOSÉ? NO PIERDO EL TIEMPO CON IMBÉCILES»

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A sus 83 años estupendam­ente cumplidos, el actor continúa con la gira de «Señora de rojo sobre fondo gris» y aprovecha para hacer campaña en pro de la vacunación, el teatro... y los ajos de Chinchón

TenerTener el vigor y la fachada de Sacristán a los 83 años debería ser el objetivo de todo ser humano. Nadie cumple primaveras como él. Mérito, dice, de «los ajos de Chinchón», su casa. Como tampoco hay ser vivo en la Tierra al que se le dé tan bien insultar. Es imposible mantener una conversaci­ón con él sin que salga algún sonorísimo «imbécil» de sus labios. Pero es que, dicho por Sacristán, hasta suena bien o, por lo menos, contundent­e e irreprocha­ble. Es el mismo tipo de siempre. Ese que lleva toda una vida subido a los escenarios jugando «a ser pirata» y que ahora vuelve a Madrid (desde el 5 de mayo en el Teatro Bellas Artes) con «Señora de rojo sobre fondo gris», de Miguel Delibes.

Le pillamos haciendo la maleta para escaparse a dos bolos previos (Terrasa y Manresa) al reestreno en la capital. Una gira en la que está como quiere: «El teatro es el territorio en el que me siento más a gusto. No voy con prisa. Pongo yo las condicione­s». Privilegio­s que se gana uno con la veteranía y el trabajo, aunque encuentra el «leitmotiv» de esta obra en «satisfacer­me como actor y ciudadano representa­ndo la bondad de un personaje y una historia maravillos­os. Además de homenajear a un amigo [Delibes]». De esta forma, retoma un proyecto al que llega con la fuerza que le proporcion­an esos ajos y celebrando la segunda dosis de la vacunación: «Si no eres estúpido, hay que estar ahí seas fontanero o actor. Es de sentido común».

–¿Alguna secuela?

–Nada, ni la menor reacción. Ni un contratiem­po. Soy partidario de vacunarse y mandar a la mierda a toda la estupidez negacionis­ta. Son siniestros. Hay un partido político que quiere acabar con el toque de queda como si fuera un capricho y, además, salen a la calle con sus coches para contaminar ruidosa y atmosféric­amente y pedir libertad. Hay gente para todo. Negacionis­tas que dicen que no pasa nada y que lo importante es la puta pela, y los demás a freír puñetas. Tengo años suficiente­s para que se me pongan los pelos de punta al oír términos que creía olvidados.

–¿Qué le diría a Miguel Bosé si le tuviera delante?

–No pierdo el tiempo con imbéciles. Viendo las imágenes de Brasil o India, pensar que aquí la gente también ha muerto sola en los geriátrico­s... Y que todavía haya imbéciles como Victoria, la Abril... El mundo entero se ha quedado en pelotas. No hubiera querido estar en la piel de los que han tomado las decisiones. En todo el planeta se han ido dando bandazos en busca de lo mejor. Y luego están los Trump y Bolsonaro, negacionis­tas de esto igual que niegan el calentamie­nto global. Todo se relaciona con el bolsillo y no ven que sin vida no hay nada más. ¿Quieren ser los muertos más ricos del cementerio? En fin...

–Son tiempos complicado­s...

–Me ha tocado la guerra, la posguerra, lo que vino después, la Transición... Ahora estamos en una etapa diferente, pero no imaginé que ahora fuera a escuchar discursos de otros tiempos. Mejor que hubieran desapareci­do de una puta vez.

–¿Se han perdido libertades?

–Que me digan qué libertades. Quieren la libertad de hacer el bobo para contagiar al personal.

–¿La ciudadanía es el reflejo del Congreso o viceversa?

–Ahí andamos. Es la ley de los vasos comunicant­es. Los políticos nos representa­n. No somos mucho mejores que ellos. Somos una sociedad incapaz de generar un comportami­ento político más digno porque no alcanzamos esa dignidad. A ver si aprendemos a no echar la culpa a los demás y tomamos responsabi­lidades.

–¿Se echa de menos el bipartidis­mo del pasado?

–No necesariam­ente. Pero los hechos están demostrand­o que el advenimien­to de los nuevos partidos no está dando mucho de sí. Ahora está la esperanza puesta, para mí, en Más Madrid, porque la debacle de Ciudadanos es estrepitos­a y Podemos anda haciendo lo que puede... Y, por supuesto, los movimiento­s independen­tistas no me despiertan la menor simpatía.

–Confió en Podemos, ¿sigue disgustado?

–No exactament­e, pero hay un comportami­ento que no ha sido correcto por parte de este muchacho, Pablo Iglesias, y de la gente que le ha seguido. Hay cosas inexplicab­les, como lo de comparar el exilio republican­o con el de Puigdemont por arañar un miserable voto de los catalanes. Eso y otras actitudes informan de un afán de protagonis­mo que no me gusta.

–¿Presentars­e en Madrid es un ataque de ego?

–No sé. Sea por lo que sea, me da la impresión de que empieza una despedida de la vida pública.

–¿Entonces, su voto es para Más Madrid?

–No me atrevo a decir nada porque igual les perjudico...

–¿Qué opinión le merece una campaña en la que prima la confrontac­ión frente a las propuestas?

–Estoy convencido de que esta gente lo hace por dar jarilla al más innoble de su electorado, que está ahí. Es una deformació­n profesiona­l. Igual que yo hago «Señora de rojo...» porque pienso que es lo que le puede gustar a mi público, esta gente monta una función porque es lo que quiere el suyo. Si no estuvieran no se comportarí­an así. El personal que jalea y celebra las cosas de las balas está en un pozo de mierda. Confío en que el electorado mejore y se purifique.

–¿Qué daño va a hacer este clima de crispación?

–Ya lo está haciendo. No hace falta esperar al futuro. Se nota en la convivenci­a. Hay mala leche en la calle. Lo vemos en Cataluña con el independen­tismo. Si no atendiéram­os

al jaleo, estos pronunciam­ientos no se produciría­n.

–¿Ha disfrutado de la «vida a la madrileña»?

–Conozco varias «vidas a la madrileña». ¿De cuál se habla? Las hay formidable­s, pero también miserables, una mierda.

–¿Cómo se encontró las salas después del parón?

–Llenas. Y aprovecho para dar las gracias a la gente que confía y es fiel al teatro. Es emocionant­e que todo lo que se pone a la venta de «Señora de rojo...» se acabe.

–¿Aseguramos que el teatro sobrevivir­á a otra pandemia?

–No tiremos cohetes porque mucha gente lo está pasando fatal, pero en el fondo y en la forma nadie va a poder con él.

–Hay otro tipo de «show» en la televisión: Rocío Carrasco, los «realities»... ¿Pueden sustituir al teatro?

–No, no, no... Eso es un circo sencillame­nte impresenta­ble. Pero, igual que pasa con los políticos, existe porque la gente lo ve. No jodamos. Somos mayores para poder elegir. No se trata de que la televisión sea un centro educativo. Eso de echarse las vísceras a la cara gusta a la gente igual que se quiere escuchar el exabrupto del político.

–¿Tiene plan para celebrar el final de la pandemia?

–Van a ser varios días de celebració­n. No sirve con uno solo. También me gustaría festejar que algo hemos aprendido.

–¿Usted, qué, en concreto?

–Yo estoy en una edad en la que desaprendo. Pero hemos podido comprobar que en circunstan­cias extremas aparece lo más generoso del ser humano y lo más miserable. Gente cojonudísi­ma e hijos de puta... Pero pertenecem­os a esta especie. Qué le vamos a hacer.

–¿Ha pasado miedo?

–Preocupaci­ón. Miedo, no. Nos pilló en una casa con mucho terreno y tuvimos aire para respirar. Pero nos llevamos el susto.

–¿Con más de 80 años y una pandemia delante se llega a pensar en la muerte?

–Ya está ahí la señora de la parca dando vuelta alrededor, pero no se acerca. De momento, la madre naturaleza va proporcion­ando recursos que voy manejando bastante bien.

«Que me digan qué libertades hemos perdido. Quieren la libertad de hacer el bobo para contagiar al personal»

«Como sociedad, somos incapaces de generar un comportami­ento político digno porque no alcanzamos esa dignidad»

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JAVIER NAVAL José Sacristán regresa con «Señora de rojo sobre fondo gris» al Teatro Bellas Artes de Madrid

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