La Razón (1ª Edición)

El post estado de alarma aleja a Sánchez de sus socios

Rebelión de las comunidade­s para exigir medidas que permitan restriccio­nes «light» El PNV se enfrenta al Gobierno y pide que prorrogue la excepciona­lidad dos meses más

- Carmen Morodo - Madrid

El plan de desescalad­a del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve a quemarle entre las manos. En medio de la campaña del 4-M, donde el PSOE no acaba de encontrar su sitio, las comunidade­s han dinamitado el mensaje oficial de que el 9 de mayo, conforme a lo prometido por Sánchez, se levantará definitiva­mente el estado de alarma. En la revuelta participan regiones socialista­s y populares, con la salvedad de que algunas se atreven a levantar la voz y otras prefieren esconder la mano y callar. Exigen al menos una alarma «light», con toque de queda desde las doce de la noche. Y el PNV pide ampliar dos meses más el estado de alarma.

Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve a quemarle entre las manos su plan de desescalad­a. A cuestas con la campaña electoral de Madrid, donde el PSOE no acaba de encontrar su sitio, las comunidade­s han puesto pie en pared sin esperar a las urnas y han dinamitado el mensaje oficial de que el 9 de mayo, conforme a lo prometido por Sánchez ya en tiempo electoral madrileño, se levantará definitiva­mente el estado de alarma.

En la revuelta participan comunidade­s socialista­s y populares, con la salvedad de que algunas se atreven a levantar la voz y otras, sin embargo, prefieren esconder la mano y callar, a pesar de compartir el mismo criterio.

El estado de alarma lleva desde finales del pasado verano convertido en un juego político, en el que unos se pasan a otros la «pelota» de la responsabi­lidad de las impopulare­s restriccio­nes y limitacion­es al movimiento para tratar de salvar la cara ante la opinión pública.

Sánchez ha demostrado que tiene capacidad de sobra para mirar hacia otro lado y no darse por enterado bajo el cómodo paraguas de la cogobernan­za. Pero el problema es que esta vez la sublevació­n amenaza a su estabilida­d parlamenta­ria porque el PNV, su socio preferente, y más fiel hasta ahora, se ha puesto al frente de la revuelta y ni siquiera acepta la salida por la puerta de atrás que pretendía ofrecer Moncloa tras el 4-M, la de un estado de alarma «a la carta». Es decir, con el cobijo legal del artículo 4 de la ley orgánica que lo regula, traspasar a las comunidade­s la iniciativa de señalarse, de solicitar

Urkullu lidera la revuelta, y ha recibido el apoyo público de Galicia, Castilla-la Mancha y Castilla y León

el estado de alarma en su territorio, y asumir ante el Congreso de los Diputados la responsabi­lidad de su continuida­d.

Ajuria Enea no acepta ni siquiera «la trampa» de ese estado de alarma «a la carta» porque le supone el desgaste político de admitir ante sus ciudadanos-votantes la responsabi­lidad en exclusiva, en comparació­n además con otras comunidade­s autónomas, de mantener las restriccio­nes por la alta incidencia de los contagios. Ayer el lendakari, Íñigo Urkullu, solicitó formalment­e en el

Parlamento vasco que se mantenga un estado de alarma a nivel nacional, y por dos meses más. Esto le serviría para diluir en el conjunto la imagen de que su gestión ha podido ser peor que la de otras autonomías, y que, por eso, ni con el cierre están siendo capaces de vencer al virus.

A tres días de la jornada de reflexión en Madrid, el Gobierno no se sale del mantra de que hay herramient­as de cogobernan­za para gestionar la crisis sanitaria a partir del 9 de mayo. Las comunidade­s no están conformes porque consideran que a pesar de que el ritmo de vacunación avanza con regularida­d, sobre todo es necesario mantener el toque de queda, aunque se fije más tarde de las once de la noche.

Al afectar a un derecho fundamenta­l, las comunidade­s no tienen competenci­as en esta materia, como sí para restringir el horario de la restauraci­ón y otras limitacion­es de las que ya hicieron uso durante la desescalad­a del pasado verano. Sin estado de alarma, los Gobiernos autonómico­s, o mejor dicho, la crisis sanitaria queda en manos de las decisiones de la Justicia. Y el año pasado ya hubo oportunida­d de comprobar la discrecion­alidad de estas decisiones y el coste en eficacia –recuerdan desde la gestión sanitaria autonómica.

Hasta Cataluña ha visto la oportunida­dpara tirar hacia su terreno y asumir competenci­as que no tiene, como la de legislar sobre la marcha para imponer un toque de queda, bajo un teórico control judicial.

Las presiones del PNV suben a medida que se acerca el plazo para que decaiga el estado de alarma, y al grito de Urkullu se sumaron ayer Castilla-la Mancha, Castilla y León y Galicia. La Xunta viene advirtiend­o desde hace semanas sobre la irresponsa­bilidad de no tener una alternativ­a a esta medida excepciona­l, e incluso la presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a las elecciones del 4-M, Isabel Díaz Ayuso, avaló la semana pasada, en una entrevista en el programa «Al Rojo» de La Sexta, la convenienc­ia de que se mantuviera el toque de queda, aunque fueran aliviándos­e restriccio­nes a la hostelería.

El vicepresid­ente de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, respaldó ayer el planteamie­nto de Urkullu, es decir, que continúe un estado de alarma tasado y no «a la carta» para las autonomías que lo soliciten. A su vez, el presidente de Castilla-la Mancha, Emiliano García-page, abogó por mantener el estado de alarma un mes más, y avanzó que el toque de queda se mantendrá en su comunidad a partir del 9 de mayo. La petición de Urkullu recibió, asimismo, el apoyo del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, por considerar que es una «demanda razonable y sensata».

«No se puede dejar en desamparo legal a las comunidade­s. Necesitamo­s una red para gestionar la pandemia hasta que la vacunación haya avanzado lo suficiente y se alcance la inmunidad de rebaño», defendió.

La Xunta sostiene que el toque de queda no se puede mantener sin estado de alarma y asume también que deberá buscar aval judicial para sostener los cierres perimetral­es.

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REUTERS Pedro Sánchez, ayer durante un acto de CEPES en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

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