La Razón (1ª Edición)

Ciegos ante el racismo

- Julio Valdeón

«La ignominia tuvo lugar en Cataluña, donde la xenofobia opera con la tranquilid­ad del patroncito»

DeDe todas las noticias que circulan estos días supera en obscenidad la del poder público que dejó sin vacunar a miles de policías y guardias civiles. La ignominia tuvo lugar en Cataluña, donde la xenofobia opera con la tranquilid­ad del patroncito mientras gestiona el latifundio. Todavía peor ha sido un titular de La Vanguardia, que compra el argumento de los negreros: «Catalunya retrasa la vacunación de los mayores de 70 años para inmunizar a Policía y Guardia Civil». Sustituyan a los agentes por menores no acompañado­s y a los mayores de 70 por abuelas: les sale un voxista redactor de mensajes verde rebelde. Si encargan una viñeta de policías to´lokos, con ojos inyectados en coca y mandíbulas de australopi­tecos, tendrían la portada de El Jueves. Si trocamos a los uniformado­s por casta y a los sarmientos por pueblo obtendremo­s un discurso perfectame­nte canalla, como aquellos de Iñigo Errejón cuando dedicaba el tiempo libre a loar la nutricia dieta chavista. Y si cambian a los agentes por judíos y lo traducen al alemán entonces leeremos un titular digno de Der Stürmer, aquel siniestro panfleto antisemita de Julius Streicher. La única constante de todas las combinacio­nes posibles es que en España, como dice un maestro, ya no dedicamos ni un minuto a reflexiona­r sobre el racismo institucio­nalizado y propagandí­stico. La gravedad del empeño fake es tal, la complicida­d de la izquierda mainstream con los nacionalis­mos alcanza un volumen tan ensordeced­or, y la pasividad frente a los desvaríos de los nuestros nos parece ya tan inevitable, que ante la sordidez, la xenofobia y el odio muy reales la peña reacciona como Superman hasta el culo de kryptonita: incapaz de nada excepto encoger los hombros y poner los ojitos en blanco para después tararear Bella ciao y regresar al negociado que les preocupa, el del antifascis­mo circa 1937. Porque España, ¿saben?, fue cuna y tumba del fascismo y blablablá, pero de aquellas guerras de los antepasado­s apenas restan sudarios por los caminos, los huesos amarillos de un dictador enviados por mensajería aerotransp­ortada y algo así como diez millones de monografía­s, papers, ensayos, biografías, novelas, poemas y películas. Más la nostalgia, evidente entre los ciertos hispanista­s, para que no arruinemos sus ilusiones de estudiante­s colgados de Hemingway y mantengamo­s vivo el espíritu antropófag­o y cainita. Eso y además, encima, la impostura de quienes no han encontrado mejor fórmula para situarse y pagar la hipoteca que derretir todos los puentes y arrear al contrario con una quijada de asno. Normal que en estos días algunos amigos me escriban en privado interesánd­ose por mi deriva ideológica. No entienden que sigo donde siempre, multiplica­do. O sea, convencido de que no hay otra vía que la de ensanchar por el centro la España que nos une, racionalis­ta, patriótica en el mejor sentido, mientras ellos, reos de unas conviccion­es fosilizada­s, anteponen la lealtad al adolescent­e que fueron al riesgo de pensar por su cuenta. Imposible que cuestionen o evalúen la salud de unos cimientos que de tan podridos sirven como sustento ideológico de unos titulares de periódico perfectame­nte nazis.

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