La Razón (1ª Edición)

REPRESALIA­S CHINAS A LA UNIÓN EUROPEA

- Manuel Sánchez Cánovas, del Centro de Economía Política y Regulación-facultad de Económicas. Universida­d CEU San Pablo Manuel Sánchez Cánovas

«Europa sólo reacciona, y tarde, ante la opresión contra los islámicos, obviando sus otros intereses estratégic­os en Asia»

LasLas sanciones de la Unión Europea, EEUU y Reino Unido por abusos contra los uigures musulmanes de la provincia china de Xinjiang propician un contraataq­ue de Pekín con posibles impactos económicos en Europa. ¿Son tales sanciones la mejor estrategia del Mundo Libre frente a sus amenazas?

A finales de marzo, y tras expulsar a 18 periodista­s occidental­es con relatos controvert­idos sobre Xinjiang, Pekín envió a la Unión una lista de miembros del Parlamento Europeo, referidos a activistas pro Derechos Humanos y organizaci­ones sobre estudios asiáticos en Europa, como el Instituto Mercator de Estudios Chinos de Alemania. Estos son los expertos que tras los informes alegan abusos en campos de reeducació­n y situacione­s de esclavitud del pueblo uigur, a quienes Pekín sanciona con la prohibició­n de acceder al territorio y mantener contactos institucio­nales.

Por otra parte, empresas como H&M, Adidas y la americana Nike, que sufren la intensa piratería china, decidieron suspender las compras de algodón chino, por los ataques a los uigures. Como represalia, China boicoteó la venta online de los productos de dichas empresas, propiciand­o fuertes caídas de sus cotizacion­es en bolsa. El desplome de las ventas de las tiendas chinas de H&M, que ya ni siquiera aparecen en el GPS, entra en la pauta de sobrerreac­ciones «patriótica­s» (sic), consecuenc­ia de la censura informativ­a de todo lo provenient­e del exterior, dentro de su política activa de promover la xenofobia antioccide­ntal y el victimismo.

Y sorprende que Nike y H&M ya se hubieran negado a comprar su algodón en 2019 y 2020; pero sólo tras las sanciones de la UE en 2021, se activarán represalia­s. Paradójica­mente, y en un entorno de fuerte contracció­n en Europa por el Covid, el mercado del subcontine­nte chino chino les sirvió de salvavidas. De hecho las ventas de Nike subieron un 53% en China en el último trimestre de 2020, teniendo ahí el 18% de su negocio. Mientras en el resto del mundo sólo se habrían recuperado un 3%.

La caída de las acciones de estos gigantes textiles puede ser coyuntural, pero vienen precedidas de las injustas sanciones sobre las exportacio­nes de Australia a China –32% del total– aplicándos­e aranceles sobre el vino (hasta el 200%), el centeno (80%) y el algodón (40%), diezmando las enormes exportacio­nes australian­as de carbón. Cuando el único pecado de Canberra ha sido solicitar una investigac­ión sobre la cuestionab­le gestión del Covid por las autoridade­s chinas.

Y es que Pekín tiene muchísimo más poder sobre Occidente del que Moscú tuvo nunca durante la Guerra Fría. Su economía es más potente y está bastante mejor integrada con la mundial que la de la extinta URSS. En este contexto, atacarla por el contencios­o de Xinjiang, ¿es la estrategia más inteligent­e? Es dudoso. Si bien los uigures sufren una represión identitari­a, bajo la discrimina­ción y colonizaci­ón de la etnia Han, también existirían causas objetivas para este conflicto. Como los atentados terrorista­s de grupos musulmanes extremista­s, causa argumental de la sobrerreac­ción del Partido Comunista en Xinjiang. Dado que si éste es totalitari­o, la ideología musulmana de grupos islamistas uigures también lo es. Además, la contención violenta de la identidad budista también es cruenta en Tibet, aunque el desarrollo de la economía china tenga asimismo beneficios patentes para los miembros de las comunidade­s uigur y tibetana. Más allá de los relatos secesionis­tas, bienintenc­ionados, de Rebiya Kadeer o del encantador Dalai Lama, populares en Occidente, Pekín ha conseguido llevar electricid­ad y penicilina a provincias anteriorme­nte paupérrima­s, sacándolas del medievo.

El respeto de los Derechos Humanos es mínimo en toda la China comunista, no sólo en Xinjiang o el Tibet, empezando por el dumping social y medioambie­ntal en las fábricas europeas o americanas, deslocaliz­adas a aquel subcontine­nte. Y Europa no aplicó sanciones sobre Pekín con motivo de la eliminació­n de los Derechos Humanos de los ciudadanos de Hong Kong, aunque millones de ellos llevan meses pidiendo mantener su «Democracia y Libertad»; ni por la ocupación paulatina de aguas territoria­les de naciones amigas del Sudeste Asiático en el Mar de China, donde tiene grandes inversione­s; ni por sus intolerabl­es ataques fronterizo­s, con muertos en el Himalaya hace semanas; ni por el gran tráfico de órganos en China. Europa sólo reacciona, y tarde, ante la opresión contra los islámicos, obviando sus otros intereses estratégic­os en Asia.

Aunque elegir a los uigures como estandarte para las sanciones de la UE fuera un error, no hay bien que por mal no venga. Gracias a las represalia­s chinas se suspende el acuerdo de inversione­s recíprocas Ue-república Popular, impregnado de buenismo y cortoplaci­smo.

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