La Razón (1ª Edición)

Sin profundida­d dramática, puro sainete

- Albert Boadella

Pablo Iglesias no me ha sorprendid­o nunca. Me ha parecido un fenómeno lógico de nuestro tiempo y esa impostura política que también hemos visto en otros partidos, aunque, en su caso, el fraude llega a aspectos personales pocas veces alcanzados en España. Pero, en realidad, lo que siempre me ha asombrado son los seguidores que ha tenido, cómo fueron detrás de él cuando era evidente que en su gesticulac­ión y gimoteos no había nada. Me recuerda a un viejo timo español, el tocomocho: la gente sabía que era un engaño; por la radio y la televisión se hablaba de él, de los trucos empleados para picar, pero, aún estando advertidos, todavía había incautos que mordían el anzuelo.

Hay en esa persistenc­ia a ser engañados algo que se me escapa, por lo que, más que él, me interesa ese seguimient­o sectario de su persona, de la que había cada vez había más pruebas de ser una impostura política y personal, esa fe ciega en no hacer caso a la evidencia de los hechos. Ya no sólo se trata de sus ideas políticas y la defensa de dictaduras aberrantes, sino hechos tan groseros como nombrar a su mujer ministra –el primer caso en nuestra historia–, comprarse un chalet cuando acusó de «casta» a quien pudiera hacerlo aún pagándolo con el esfuerzo de su trabajo; o ese disponer de una niñera –nada que objetar– supuestame­nte contratada como asesora de su mujer. No estamos hablando de «Macbeth», sino del timo de tocomocho, farsa que tardó en olvidarse,aunquepers­isteenvers­iónideológ­ica, que debe gustar más.

Es cierto que su impostura no ha sido muy sutil, sino más bien tosca, aunque lo envuelva con un histrionis­mo intelectua­l, con muestras de algún conocimien­to político, aunque no deja de ser uno más de esos ególatras insignific­antes. No es un personaje con profundida­d dramático, sino de simple sainete, algo como un entremés del «Retablo de las Maravillas» de Cervantes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain