Todo en ÉL es pura ficción
Hay personas que enseguida transparentan su forma de ser. O mejor dicho, su estilo personal. Máxime cuando se empeñan en prodigarse en discursos y discursitos que, además de dejar un rastro indeleble, aportan más información de la necesaria para su retrato. Hay personajes de películas que tras los primeros minutos de su aparición ya se han descubierto por completo; todo lo que ocurra después es una repetición exasperante sin matices de interés.
El prematuro jubilado de la política teatral ha llenado Youtube de vídeos en los que lo mismo decía en una herriko taberna que «ETA y la izquierda vasca fueron los primeros que se dieron cuenta desde el principio de que el régimen del 78 era una continuación del franquismo», como que «cualquier demócrata debe preguntarse si no sería razonable que los presos de ETA no deberían ir saliendo de las cárceles…», o que «sin hombres como Otegi, no habría paz». Con opiniones así su situación frente a la realidad política de este país, queda nítidamente expuesta.
No sé por qué al pensar en ÉL me ha venido la imagen de Javier Arzallus. Tan retorcidos ambos en sus análisis, esa celebración continua del cinismo, esas modulaciones tan sacerdotales al hablar en público… esa terminología para hablar de dolor, de paz, conflicto, democracia,… ese estilo tan vasco de tomarse las cosas de ETA mezclando vanalidad y miseria moral.
Comparte con los nacionalistas de todos los pelos esa ilusión tan vívida de experimentar momentos históricos a cada poco. Y ellos siempre de «protas». Excesivo. Lo que ha tenido, en su meteórica carrera, es suerte con los directores de casting de esta comedia de altura que es la política española actual.
Todo en ÉL es pura ficción. Yo, de buscarle un papel apropiado a su altura sería el de ideólogo del hampa, de ahí no pasaría.