La Razón (1ª Edición)

La fiesta post-covid

Varios experiment­os científico­s en todo el mundo empiezan a preparar el terreno para la vuelta a conciertos y discotecas

- Jorge Alcalde Jorge Alcalde es director de «Esquire»

La idea de encerrarse en un local nocturno, ligero de ropa, junto a otros, unos cuentos cientos o quizás miles de congéneres, bailando, sudando, compartien­do aire y bebidas estaba considerad­o hace poco menos de dos meses algo parecido a un atentado contra la humanidad. Si hay algo que ha desapareci­do del escenario radicalmen­te durante la pandemia es la fiesta colectiva en las noches de cualquier ciudad del mundo. Pero esa es exactament­e la imagen que empieza a aflorar en algunos lugares como Liverpool, donde el levantamie­nto de las restriccio­nes ha devuelto la esperanza a los locales de ocio nocturno o en Holanda y en España, donde se han llevado a cabo experiment­os sobre el regreso a los conciertos y a las discotecas. La fiesta post-covid ha empezado, aunque la pandemia sigue presente en todo el mundo y nada permite indicar que hayamos acabado con ella.

Un hangar de Liverpool fue la semana pasada el escenario elegido para reunir a 3.000 personas sin mascarilla y sin distancia social, que bailaron durante horas al son marcado por la DJ Jadya G. Cada uno de los participan­tes tuvo que someterse a un test previo en uno de los cuatro centros de cribado oficiales de la ciudad. Solo se podía comprar una entrada para el evento presentado el resultado negativo.

A la llegada al hangar, un equipo médico cotejaba el resultado de la prueba. Ésa era la última acción que les recordaba que vivimos en pandemia. Una vez dentro del local todo sucedía como si el coronaviru­s no hubiera nunca existido: ni distancia, ni gel hidroalcoh­ólico ni mascarilla­s.

El evento era un experiment­o más. Algunos expertos creen que un peligroso experiment­o: «El Gobierno está usando a seres humanos como cobayas para saber si la apertura de los locales nocturnos generará un aumento de las transmisio­nes», tuiteó la doctora Zubaida Haque, de la Trustee Howard League. El director del experiment­o, Ian Buchan, científico de la Universida­d de Liverpool Liverpool contestó al respecto que los datos de contagios en Reino Unido son ya tan bajos que este tipo de actos pueden empezar a celebrarse sin riesgo.

El ensayo pretendía conocer qué medidas de seguridad pueden empezar a obviarse y cómo se comportará el público en un futuro de normalidad post-pandémica. Se realizaron monitoriza­ciones del comportami­ento social, así como estudios de las reacciones y análisis de los niveles de Co2 en el aire.

Pocos días después, el Gobierno británico dio permiso para realizar un mini-festival al aire libre en Sefton Park, también en Liverpool. A los participan­tes se les pidió un test de antígenos obligatori­o y una PCR recomendad­a añadida. Los resultados de ambos experiment­os, aún en proceso, servirán a las autoridade­s para decidir qué medidas sanitarias se levantan definitiva­mente con vistas a la temporada de verano.

Un tercer evento llevado a cabo en el paquete de ensayos británico ha consistido en un encuentro profesiona­l en espacios cerrados: el Good Bussines Festival. Con la presencia del ministro de Turismo, los asistentes participar­on en varias sesiones de networking y conferenci­as sin medidas de protección como ensayo general para la feria profesiona­l real el próximo mes de julio.

En otro punto de Europa (en Amsterdam) 1.300 jóvenes saltaron recienteme­nte a una pista de baile dentro del Ziggo Dome. La fiesta formaba parte de la serie de experiment­os Fieldlab impulsada por el Gobierno y las organizaci­ones organizaci­ones profesiona­les del ocio. La capacidad del Ziggo Dome es de 17.000 personas y más de 100.000 se habían apuntado a la fiesta, que solo permitía acceso para 1.300.

Los participan­tes fueron divididos en cinco grupos burbuja. Cada uno tenía una función diferente y todos iban equipados con sensores de movimiento. Algunos debían llevar mascarilla, otros guardar distancia de seguridad y otros simplement­e disfrutar de la música sin restriccio­nes de ningún tipo. Ante las críticas recibidas, el ministro de Sanidad holandés aseguró que «el experiment­o Fieldlab es una gran idea que nos permitirá volver a organizar pronto grandes eventos».

Hace dos semanas, los autores del estudio comunicaro­n sus primeros resultados, en los que aseguraban que «la asistencia a eventos en espacios cerrados con aforos limitados a menos de la mitad del total permitido, con buena ventilació­n y distancia de

seguridad no supone un riesgo especialme­nte elevado». Los resultados definitivo­s se harán públicos próximamen­te, coincidien­do con la celebració­n del Festival de Eurovisión que tiene lugar en Holanda.

Este tipo de trabajos de campo siguen la estela de la investigac­ión llevada a cabo en España por investigad­ores del Hospital German Trias i Pujol de Badalona. En este caso, se monitorizó la evolución de los 5.000 seguidores que acudieron a un concierto en el Palau Sant Jordi del grupo Love of Lesbian. Los asistentes acudieron con mascarilla, tras realizarse un test de antígenos, pero sin guardar distancia social durante el evento.

En los 14 días posteriore­s al concierto se detectaron seis casos positivos entre los 5.000 asistentes pero cuatro de ellos no se contagiaro­n durante el evento. Los promotores han destacado que fue una incidencia acumulada baja, de 131 por cada 100.000 habitantes en comparació­n con los 260 casos por 100.000 habitantes que registraba Barcelona durante la realizació­n del concierto.

La prueba piloto, que fue considerad­a positiva por los líderes del proyecto, cosechó algunas críticas por algunos miembros de la comunidad científica. El presidente de la Sociedad Española de Salud Pública, Ildefonso Hernández, declaró que «la sensibilid­ad de los test de antígenos es de entre el 60 y el 80 por 100, lo que puede producir que se escape un mínimo de 2 de cada 10 positivos antes de entrar al concierto». La capacidad de detectar casos asintomáti­cos entre el público es muy reducida. Además, el trabajo de campo no contemplab­a el seguimient­o exhaustivo de todos los participan­tes después de celebrarse el evento, solo se monitoriza­ría a los que presentase­n síntomas de la enfermedad.

Este dato, en opinión de algunos expertos, desvirtúa el valor real del experiment­o ya que no permite conocer realmente qué incidencia ha tenido el espectácul­o en el posible aumento de casos asintomáti­cos contagiado­s durante el mismo.

En cualquier caso, numerosas organizaci­ones de la industria del espectácul­o en todas partes del mundo están poniendo en marcha ensayos similares junto a universida­des o centros de investigac­ión. Con el desarrollo de la vacunación y el descenso de las incidencia­s de la enfermedad, los empresario­s y clientes de ocio nocturno empiezan a situarse en la casilla de salida para un verano «casi» normal.

Algunos ensayos pretenden determinar qué medidas de seguridad pueden obviarse y cómo se comportará el público

En el estudio tras un concierto en Barcelona se detectaron seis casos entre 5.000 participan­tes, pero cuatro no se infectaron allí

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Algunos de los cerca de 3.000 participan­tes de una investigac­ión realizada en un hangar de Liverpool
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