La Razón (1ª Edición)

«Estoy triste pero mentalizad­o para asumir otros retos»

Los hermanos del Bulli han perdido todos sus restaurant­es en Barcelona. Albert Adrià se «tomará un tiempo» para decidir qué hacer

- En 2011 se cerró El Bulli, el restaurant­e de Ferran Adrià, y Albert aterrizó en Elbarri, ahora en concurso de acreedores Rosa Carvajal-madrid

«Tengo miedo de ser olvidado», decía Albert Adrià en el documental «Chef’’s table» emitido por la cadena de televisión Netflix. Pero a Albert Adrià difícilmen­te se le puede olvidar. Su genialidad y carisma en cada una de sus creaciones culinarias le han convertido en el Rey Midas de la cocina. Suyas son las famosas aceitunas esféricas (nacidas en El Bulli de Ferran Adrià) del célebre restaurant­e El Tickets en Barcelona y ahora en concurso de acreedores. Este genial cocinero, cuya carrera se forjó en El Bulli, está pasando por uno de los momentos más amargos de su vida por la reciente desaparici­ón de Elbarri, el conglomera­do de restaurant­es de la familia Iglesias con cuatro estrellas Michelin ganadas, de la que Albert formaba parte como socio y a la que se dedicó los últimos diez años de su vida.

De Elbarri formaban parte los restaurant­es Tickets, Bodega 1900, Hoja Santa, Pakta y Enigma, que convirtier­on el barrio Paralelo de Barcelona en un auténtico Silicon Valley de la cocina, como lo denominó Andoni Aduriz. Todo eso se ha desvanecid­o. Los hermanos Iglesias no han podido afrontar la abultada deuda de 7,5 millones que arrastraba­n sus locales y presentaro­n concurso de acreedores. Un concurso generado por la falta de turistas en Barcelona y las limitacion­es de horarios que les han restringid­o las aperturas. El único restaurant­e que se mantendrá es Enigma, 100% de Albert y que goza de una estrella Michelin.

Hay mucho dolor en la familia de Albert Adrià. «La triste noticia del concurso de acreedores de las empresas de la familia Iglesias es el reflejo de una situación tan triste como demoledora para todos los sectores, pero en especial para la hostelería. Estoy muy triste, pero mentalizad­o para asumir nuevos retos y concentrar­me en los proyectos que continúo desarrolla­ndo», señala Albert Adrià a LA RAZÓN.

Siempre a la sombra de su hermano mayor Ferran, el talento de Albert le llevó a liderar un nuevo mundo de restauraci­ón. Su trayectori­a no podría entenderse sin El Bulli, el famoso restaurant­e situado en Cala Montjoi (Gerona) y que Ferran convirtió en el mejor centro gastronómi­co del mundo con tres estrellas Michelin. Aquel sencillo local con vistas al mar regentado por un matrimonio austríaco recibió el nombre de su bulldog Bulli. En él recalaban muchos cocineros aprendices a los que se pagaba barato, entre los que se encontraba Ferran. Albert dejó de ver a su hermano mayor a los ocho años y a los 15 le dijo a su padre que no quería estudiar. «En El Bulli necesitaba­n mano de obra barata, ni siquiera sabía si eso me iba a gustar, no tenía ni idea del mundo de la gastronomí­a, pero siempre admiré a mi hermano y me fui con él a trabajar», explica Albert.

El Bulli era todavía un restaurant­e para iniciados, un sitio de ocio, poco conocido, incluso muchos días nadie se acercaba a comer allí. Empezó a coger fama cuando Ferran llevaba ocho años en él desarrolla­ndo una cocina muy innovadora. Albert consiguió hacerse un hueco al año y medio de llegar al Bulli. «Me hice pastelero. La gente venía a comer los postres que era lo que se estilaba en esa época. Tuve que espabilarm­e, evoluciona­r para ir a la velocidad a la que iba a la cocina salada. Me dediqué entonces a la creativida­d», explica. El Bulli consiguió la atención mundial, mientras que Albert reinventab­a todo el género de los postres y cambió el mundo de la pastelería.

Albert y Ferran querían un sitio donde desarrolla­r nuevas técnicas y crearon un taller de cocina. Albert pasó así a dirigir un equipo con los mejores cocineros del Bulli. En 2003 El Bulli se convierte en un icono de la cocina modernista, Ferran se hace muy famoso y la revista «Times» lo incluye entre los 100 personajes más influyente­s del mundo.

La publicidad y la fama internacio­nal que adquiriero­n los hermanos hizo aumentar la presión más y más y Albert empezó a desarrolla­r un cierto sentimient­o de tormento. «Le dije a Ferran que necesitaba coger aire y decido dejar El Bulli». En 2011 éste se cerraba y Albert aterrizó en Elbarri. «Quería hacer algo diferente, un bar de tapas. Me centré en Tickets. Tuvimos que empezar de cero. Mucha gente pensaba que íbamos a hacer un nuevo Bulli. Mi pasado no me dejaba tranquilo, El Bulli era como un fantasma. Fuimos evoluciona­ndo, la gente empezó a admirar nuestra comida», explica ahora Albert. Tickets fue en ascenso y se colocó en el top 20 de los mejores restaurant­es del mundo y Albert se ganó el respeto del mundo culinario, que lo tenía por un genio. Entonces llegó el tsunami del coronaviru­s que todo lo arruinó. Todos sus locales tuvieron que cerrar.

Albert Adrià se tomará ahora un tiempo para decidir cuáles van a ser sus próximos pasos. «No tengo urgencias ni prisas», explica sosegado.

 ??  ?? En el centro, los hermanos Ferran y Albert Adrià junto a sus socios los hermanos Iglesias, Juan Carlos, Borja y Pedro, también propietari­os de Rías de Galicia
En el centro, los hermanos Ferran y Albert Adrià junto a sus socios los hermanos Iglesias, Juan Carlos, Borja y Pedro, también propietari­os de Rías de Galicia

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain