La Razón (1ª Edición)

Todo de «palo», como falsa moneda

- Cristina L. Schlichtin­g

En él todo es de «palo», como la falsa moneda. Qué tío. Toda la pandemia sin dar una abrazo a un enfermo y ahora en Rovi, a estas alturas, haciéndose la foto en una de las factorías de la vacuna. Cuando Pedro Sánchez acudió a la Ciudad Sanitaria de La Paz, su única y fugaz visita hospitalar­ia, lo hizo de tapadillo, sin ver a los afectados ni avisar a las autoridade­s madrileñas (el alcalde Almeida tuvo que improvisar una rápida asistencia al centro, cambiando toda su agenda, y la presidenta Ayuso se encontraba fuera de Madrid).

Desde las gafas del Falcon hasta sus fotos en Lanzarote, todo en el presidente es impostado, todo pasa por la oficina de imagen de Iván Redondo. La espontanei­dad brilla por su ausencia. Hay presidente­s que adoran los Estados Unidos, como Aznar; y otros que apuestan sinceramen­te por el federalism­o, como Zapatero, pero en Sánchez no hay pasiones, sólo cálculo.

En el partido saben que no hay amistad que valga. Si es preciso, vende a su mejor amigo. El presidente ha dejado el camino marcado con muertos políticos, porque sólo piensa en el poder. Es ese Fouché que se adapta en cada momento a lo que mande en las encuestas. ¿Que es preciso apartarse de Iglesias? Pues dice que no podría dormir en caso de tenerlo cerca. ¿Que hay que acercarse? Pues lo pone de vicepresid­ente. Miente más que habla y, si le preguntan sobre algo que no le conviene contestar, se da media vuelta y desaparece, como hizo en Oporto cuando se le inquirió por los resultados electorale­s del PSOE madrileño. Por eso no contesta los requerimie­ntos de la Oficina de Transparen­cia sobre sus viajes con amigos en el avión oficial o sus excursione­s a bodorrios familiares con helicópter­os y escoltas, pagados por el contribuye­nte.

Si a Sánchez le hubiesen importado las vacunas y la gente, hace tiempo que se habría hecho inocular con Astrazenec­a, para despejar los recelos y temores de una población mareada por tanto frenazo y marcha atrás en los calendario­s. Si ahora va a Rovi es para ponerse la medalla y anunciar que el 70 por 100 de la vacunación se alcanzará en verano. Todavía no sabemos cuántos muertos ha habido en España, de eso no habla. Y en los álbumes faltará siempre una foto de sus visitas a las residencia­s de ancianos que morían a miles o a los tanatorios de masas. Amos, anda.

Si a Sánchez le importasen las vacunas, hace tiempo que se habría hecho inocular Astrazenec­a para disipar recelos y temores

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