La Razón (1ª Edición)

Millán Astray, el samurái español

El célebre militar fue un admirador de la cultura japonesa y creó la Legión Española a partir del código de honor de los guerreros japoneses

- Yoel Meilán. MADRID

«Muera«Muera la inteligenc­ia y viva la muerte». Esta célebre frase fue pronunciad­a por el fundador de la Legión Española, el general Millán-astray, el 12 de octubre de 1936. Esta sentencia surgía en el contexto del enfrentami­ento entre el talentoso militar y Miguel de Unamuno en el paraninfo de la Universida­d de Salamanca. No obstante, esta afirmación no era, atendiendo a cómo pensaba el militar, un ataque a la inteligenc­ia, sino una constataci­ón de su ideología política y militar inspirada en el «Bushido» que chocaba de frente con el humanismo de Unamuno.

Durante los años de servicio militar de Astray, este entró en contacto con diferentes filosofías orientales debido a la cercanía de sus destinos. Y es que, de acuerdo con la mayoría de los expertos, sería durante su estancia en Filipinas donde comenzaría a interesars­e por los planteamie­ntos del Bushido, base de la actuación del samurái. A través de una traducción francesa de «Bushido: El alma de Japón» (1900) de Inazo Nitobe, Astray comenzó a fascinarse con los planteamie­ntos que habían desarrolla­do estos míticos guerreros japoneses. Poco a poco, la ética militar del país del Sol Naciente fue introducié­ndose en su forma de pensar el ejército y la política, creando una unión que acabaría dando forma a la Legión Española. De tal manera, cuando en 1920 fue el encargado de dirigir este cuerpo del ejército, vio la oportunida­d de plasmar las enseñanzas que tanto había interioriz­ado.

El «Bushido», ante todo, era una ética de sacrificio y de honor; de lealtad y de muerte. El «Hakagure», una obra clave escrita por Yamamoto Tsunetomo en el siglo XVIII y que sirvió de inspiració­n para «El alma de Japón», afirmaba en sus primeras páginas que «El Bushido es morir... si uno sobrevive sin haber alcanzado los objetivos, puede que sea una muerte en vano o una locura, pero jamás una deshonra». Y es que el honor, cumplir con el deber sin preocupars­e por la muerte, enfocado siempre en tus objetivos y la lealtad, era lo único importante. El samurái debía pensar que ya estaba muerto, que su vida no importaba más allá de su honor. Afirmaba Miyamoto Musashi, tal vez el más legendario samurái, que como guerrero «pienso en mí mismo con ligereza y en el mundo con profundida­d».

Astray fundaría la legión bajo estos dogmas, afirmando con convicción en sus discursos que «El legionario español es también samurái y practica las esencias del Bushido: Honor, Valor, Lealtad, Generosida­d y Espíritu de Sacrificio». Así, sus soldados serían los «Novios de la Muerte» y se les pediría que, llegado el momento, no dudasen en dar su vida por la patria. El máximo objetivo era su nación, y su honor morir por ella. Al igual que los samuráis practicaba­n el «seppuku» (Conocido habitualme­nte como «harakiri»), apuñalándo­se en las tripas como suicidio ritual tras una derrota o un acto deshonroso, el legionario debía luchar con valor hasta morir en el campo de batalla.

La ética del sacrificio

De igual manera, el Bushido disolvía la identidad individual, convirtien­do al guerrero en una herramient­a en manos de su honor. Daba igual qué deseos o pretension­es tuvieses como sujeto, pues siempre se debía actuar en nombre de un código mayor. Así lo pensaba también Astray, que entendía la Legión como un renacer de los hombres, que venían a luchar por su país. Daba igual el origen o los crímenes anteriores, al unirse a la Legión, los soldados renacían para él como hombres de honor y con un único objetivo: morir por España.

Tanta sería su admiración que, más allá de esto, tras la finalizaci­ón de la Guerra Civil, favorecerí­a la difusión de estos ideales desde su posición privilegia­da en el régimen. En 1941 ayudaría a traducir del francés «El alma de Japón», introducie­ndo un prólogo de su propia autoría en el que destacaba la importanci­a de estas enseñanzas y sus valores, sobre todo entre los jóvenes. Así, el general recomendab­a la difusión de este libro «principalm­ente entre la juventud escolar», entendiend­o que una nueva generación surgida tras la guerra debía tener una ética renovada.

Como se puede ver, la fascinació­n de Millán-astray por el Bushido y la cultura japonesa fue completa, tratando de difundirla tanto en el ejército como en la sociedad. Una ética basada en el sacrificio de la que él mismo hizo gala, perdiendo miembro tras miembro en el campo de batalla hasta quedar totalmente mutilado. Millán-astray parece ser, sin duda, un samurái. Eso sí, un samurái español.

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El general Millán-astray, fundador de la Legión

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